SEALTIEL ALATRISTE
El 30 de julio
murió en la ciudad de Cuernavaca Manuel Puig, uno de los novelistas más
originales de los últimos treinta años en América Latina. Había nacido en 1932
en un pueblo de la Provincia de Buenos Aires, General Villegas, que le sirvió
de modelo para recrear el ambiente en el que transcurrirían sus primeras
novelas. Si uno quisiera dejarse llevar por la imaginación, podría pensar que
Puig, más que querer vivir en Cuernavaca, había decidido morir en ella. La
causa de su muerte fue, como los motivos en los que sus personajes afincaban su
vida, ridícula: una complicación posterior a una operación de vesícula biliar.
Fue una muerte antiheroica, tan antiheroica como sus novelas, que a uno le hace
pensar, por el lugar, por Cuernavaca, en la muerte del Cónsul Geoffrey Firmin
en Bajo el volcán de Malcolm Lowry.
La muerte de
Manuel Puig deja un vacío enorme. El mejor homenaje que podemos hacerle en
estas páginas, es publicar una breve nota bibliográfica de su narrativa.
La traición de
Rita Hayworth, su primera novela, fue finalista del premio Biblioteca Breve que
convocaba la editorial Seix Barral. Se publicó posteriormente en la editorial
Jorge Álvarez, hoy desaparecida, en julio de 1968; y en la Editorial
Sudamericana, dos años después. Actualmente, como toda la obra de Manuel Puig,
está publicada por la editorial Seix Barral. En esta novela, Puig empieza a
nutrirse de elementos narrativos, en apariencia no literarios: el guión de
radio y el cinematográfico, y a partir de ellos nos narra las peripecias de una
familia de la Provincia de Buenos Aires, sobre todo la de uno de sus
personajes, Toto, cuya desmesurada pasión por el cine hace pensar, en el
protagonista infantil de Cinema Paradiso con el que guarda multitud de semejanzas.
La traición de Rita Hayworth abrió el espectro narrativo que Puig iba a abordar
en sus siguientes novelas, y es por un lado la descripción minuciosa de la
sordidez y pobreza vital de un puñado de personajes, y por otro un muy
afortunado experimento narrativo a partir de las posibilidades que ofrecen
elementos disímbolos provenientes de la hoy llamada “cultura popular urbana”.
Boquitas
Pintadas, para muchos la mejor novela de Manuel Puig, nos muestra a un autor
mucho más seguro de su escritura y de sus procedimientos narrativos, desde el
mismo momento en que define a su novela como folletín, y que abre cada capítulo
con un epígrafe de Alfredo Lepera, el letrerista de los tangos que hicieron
famoso a Carlos Gardel. La novela explora temática y formalmente todas las
posibilidades del melodrama radiofónico, cinematográfico y, hoy, telenovelero;
nos cuenta las aventuras sentimentales de tres personajes, cuyos anhelos, cuya
“heroicidad”, para llamar de algún modo a sus frustrados sueños de grandeza,
está maniatada por los modelos impuestos por el cine hollywoodense de los años
cuarenta, y por el sentimentalismo de los tangos en boga al iniciarse la
Segunda Guerra mundial. Ver una película de Gardel, o leer Boquitas Pintadas,
es observar la misma realidad desde dos ángulos diferentes; mientras la
primera, tratando de tomársela en serio, la falseaba, la segunda la disecciona,
y recrea su universo a partir de sus elementos menos previsibles: notas de
periódico, crónicas pseudopoliciacas, cartas, diarios íntimos.
No deja de ser
curioso que partiendo de elementos formales tan banales, y de unas anécdotas
más que anodinas, el retrato que hace Puig en sus primeras novelas de la
sociedad argentina, de la educación sentimental de una generación, resulte tan
vívido, tan ácido, tan entretenido, y, en ocasiones, tan asfixiante.
En un sentido más
que irónico, The Buenos Aires affaire es una novela policiaca. Se publicó por
primera vez en Buenos Aires en 1973, en la Editorial Sudamericana y, a partir
de 1977, en la editorial Seix Barral. Con esta novela Puig cierra un tríptico,
en apariencia no intencional, donde la sordidez de los personajes provincianos
se repite, y donde la influencia definitiva del cine está recalcada por los
largos epígrafes, donde se reproducen diálogos enteros de películas famosas del
Hollywood de los años treinta y cuarenta. Desde todos los puntos de vista, The
Buenos Aires affaire es quizá la mejor estructurada de las tres primeras
novelas, pero, paradójicamente, la más débil de ellas.
El beso de la mujer
araña (1976), revisada en 1981, es la novela más conocida de Manuel Puig. Para
cuando se publicó, la fama internacional le había llegado de golpe, y muy
pronto la novela tuvo una contraparte cinematográfica y otra teatral; la
primera, que incluso recibió un Oscar, fue estelarizada por Sonia Braga. En
esta novela Puig aborda de frente un elemento central de la realidad argentina:
la militancia y la represión, tanto política como sexual. Es un largo diálogo
narrativo entre dos presos, uno guerrillero, el otro un homosexual obsesionado
por el cine, que recuerda o inventa una película que lleva el nombre de la
novela. Escrita en su mayor parte en México, el mismo Puig confesó que se
inspiró en secuencias del cine mexicano para elaborar las largas descripciones
que hace de su película. En cierta forma, la mujer araña descrita en la novela,
la diva arrebatadora, es un engendro sacado de María Félix, Andrea Palma,
Dolores del Río, o Leticia Palma, y otras.
Pubis angelical,
publicada en 1979, marca la cúspide de los procedimientos narrativos de Manuel
Puig. En ella se nos cuenta la vida de una mujer, enferma en un hospital, que
oscila entre fantasear y regresar a una supuesta militancia política; entre la
cordura o “responsabilidad” con su realidad inmediata, y el desvarío
cinematográfico. En ésta, como en ninguna otra, el narrador está a expensas de
sí mismo y de su oficio narrativo, ha abandonado los epígrafes del tango, las
muletillas narrativas, o las notas pseudosicoanalíticas de la novela anterior,
y por ello, quizás en ella podemos entreleer las causas por las cuales la
sociedad argentina se arrojó al tobogán económico y político del cual todavía
no acaba de tocar fondo. Casi a nadie le puede caber duda que el presidente
Menem, dicho sea de paso, podría ser un personaje de Puig, que vive añorante de
una Argentina hollywoodense y de un pubis angelical.
Más tarde publicó
las siguientes novelas: Maldición eterna, 1980; Sangre de amor correspondido,
1982; y Cae la noche tropical, 1988. Su obra completa ha sido publicada en
México, España y Argentina. A pesar de su muerte, Manuel Puig es, hoy, un
escritor que sigue develando, en sus lectores, los secretos de nuestra clase
media, sus mitos, miedos, anhelos y fantasías: su cultura.
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De NEXOS, 01/09/1990
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