PAZ MARTÍNEZ
Suele ser
sencillo vivir: comer, dormir, pasear, comer, dormir, mear, comer, volver a
dormir, encontrar con quien follar... Así a diario hasta que te encuentras con
los papeles. Los papeles son la muerte, la desaparición, el limbo entre lo
humano y lo administrativo porque, ya se sabe, si no apareces en los papeles,
estás muerto aunque hables con el funcionario.
Leía esta mañana,
antes de venirme pacasa, porque tengo casa, que una familia zimbabueña se había
quedado a vivir en el aeropuerto de Bangkok. Los tipos salieron de
"vacaciones", venían a Barcelona vía Kiev y, por el camino, Rajoy les
denegó el visado (lo hizo personalmente. Dijo algo así como: "Nho, a
eshtosh nho lesh deish elh vishado qhue shon negrosh y nho thienen nhada ehn
qhué invertirh") Se quedaron en Kiev, esperando que fuese un error,
esperando que los papeles se equivocasen, que les dejasen ver lo crecidita que
está la Sagrada Familia. Tontitos míos, el papel es algo inanimado y jamás se
equivoca. Si está escrito es una true y así, durante tres mesacos, deambularon
por la capital de Ucrania Kiev parriba, Kiev pabajo, hasta que caducó el
permiso. Les deportaron a Bangkok y allí se quedaron otros 3 meses idénticos,
volviendo a Kiev y, a portes pagados, los devolvieron a Thailandia. Pudiera
parecer que, estos 8 (4 adultos y 4 niños) recorrieron mundo, el pasaporte así
lo decía, pero no, conocieron taquillas, banquitos, dispensadores de plásticos,
baldosas y muuuuuchos papeles. Al contrario del iraní Mehran Karini (en la que
se basó la peli de Tom Hanks) que estuvo viviendo 6 preciosos años en el
Charles de Gaulle, tuvieron la suerte de que Mugabe, el presidente de Zimbabue,
se indispusiese un poco al quitarle la silla. Aprovecharon para pedir asilo
político y una de Acnur, que debía ser nueva, se sentó a su lado, les escuchó y
abrió su maletita de piel de oveja merina con algunos folios en blanco, algunos
timbres y, lo realmente importante, un sello de confirmación. A día de hoy,
esperanzados por sus nuevos papeles, esperan que alguien (Kiev o así) los acoja
en su seno y tener un baño para ellos solos.
Es curioso todo
esto, sobre todo cuando pasas página y ves las casas que tienen los gatos en el
aeropuerto de Madrid. Ellos sí que saben, sin papeles ni nada.
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Foto: Julia
Sclafani/Deportados
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