JORGE MUZAM
Andan pitíos
bulliciosos inspeccionando árboles resecos. Abejorros seduciendo malvas rosas.
Azucenas amarillas vestidas para una licenciatura de estrellas. Las cerezas
negras se deshidratan lentamente en los árboles. No hay suficientes pájaros que
den cuenta de tanto festín.
Hoy descendieron
nubes japonesas. Aspersores de frescura humedecieron avellanos y mañíos.
Atardeciendo un bote de agua coronó el Alico. Pasan camionetas pregonando
cajones de tomates. Circula brisa con aroma a flor de castaño. Ríos y esteros
arrastran la voluptuosidad del deshielo. Lo sabemos por el rumor de ogro que
masculla a lo lejos. Los grillos abren su función a las once de la noche. Las
ranas a medianoche.
Hemos despejado
parte de las ruinas del incendio que consumió nuestra vieja casona. Levantamos
palos para una nueva vivienda donde cobijar lo esencial. Perder mi biblioteca,
mi bar de mentes lúcidas, las viejas fotografías irrecuperables, es quizá lo
único que lamento en lo personal. Más me duele que se haya perdido el sueño de
hogar pagado en cuotas por mi madre a lo largo de 40 años. El pasillo donde
jugueteaba Tatón, el ordenado archivo de Romina y las únicas prendas nuevas de
ropa con que pudo contar después de tanto esfuerzo mal pagado.
El resto es una
fruslería que se recupera, que se prescinde, que se omite para siempre.
Hemos vuelto a
leer. Valdevenito supo captar la ausencia de letras de este circunstancial
Fahrenheit y nos envió los primeros libros. Martín nos ha obsequiado una
colección de Fontanarrosa. Gestos que valoro y agradezco. Serán los textos
pioneros de la nueva biblioteca de Alejandría proyectada en el valle de Alico.
Los libros también afloran desde la virtualidad como nubes recargadas de signos
mágicos. Hoy simplemente Auster. Historias de sus auditores radiales que le llegaron
desde cada rincón de Estados Unidos. Pálpitos de vida, amalgama de lo diverso,
lo insólito y lo desquiciado, sufrimiento a raudales, humor y ternura. Las
palabras en la radio se las lleva el viento. Por eso Auster decide seleccionar,
para que la eternidad de la palabra escrita sirva como constancia de esas vidas
que tramontaron el siglo como hojas navegando en río turbulento.
_____
De CUADERNOS DE
LA IRA (blog del autor), 21/12/2018
Imagen: Henri-Edmond Cross, 1899
No comments:
Post a Comment