Thursday, January 4, 2018

Publicar por publicar

DANIEL AVERANGA MONTIEL[1]

Sucede que “Democracia Estado Nación” (así, sin comas), de Álvaro García Linera, fue uno de los primeros textos que me pude leer, mientras atendía el stand de “Nuevo Milenio”, durante la pasada y ya lejana Feria Internacional del libro de La Paz. También fue mi primer “regalo” allí adentro; pero no se sintió como tal cuando literalmente me lo encajaron al pasar, sin querer, por un stand estatal, dentro de una bolsita.

Al revisar su tapa de tres colores: rojo y negro, incluidas las letras blancas (¿homenaje a Stendhal, a Mao, o a Stalin?), se me vino a la mente “El libro verde” de Muamar Muhamad Abu-minyar el Gadafi, que tenía tapas duras (encuadernación en cartoné, le dicen), letras doradas y, a pesar de no alcanzar las ciento cincuenta páginas, era un producto de buen acabado. Solo que esta vez, el libro de García Linera tenía las tapas blandas, la encuadernación era fresada-encolada y el texto no llegaba a ser útil en ningún sentido.

Me explico: el libro de García Linera me recordó (también) al de Gadafi porque no tenía sentido, utilidad, ni ideas centrales, ni nada.

Estaba muy mal escrito, lo digo en serio, sin ofender al señor vicepresidente, pero lo que diré es lo que presentí al repasar una oración incoherente de su texto y sorprenderme por cómo algunos de nuestros líderes políticos no saben escribir una idea decente por completo, y no lo digo porque me crea el “cherry” del pastel, que ni llego a ser la masa del mismo; es más, ni soy considerado escritor por los que se dicen “escritores”, toda esa ola de psicólogos o politólogos de piel color vainilla que escribe desde sus “depas” en edificios del centro de las principales ciudades del Estado Plurinacional de Bolivia… Lo digo con sinceridad.

Leí en una tarde los devaneos compilados del vicepresidente y hechos “libro”, que eran a su vez una especie de continuación de algún texto de Dussel o de Zemelman, pero esta vez centrándose en definir, como si él fuera o se creyera un diccionario, tres palabras a partir de su propia experiencia intelectual: “Democracia” (extraído del “Cuaderno de Análisis Democracia en Bolivia”[SIC], 2005), al mero estilo de un docente que enseña desde la universidad estatal pero sin ganar ninguna convocatoria del SICOES, porque había sido invitado a ser docente por los amigos directores de carrera, sin que él tuviera título de licenciado: nombra a Habermas de pasada, a los intelectuales que exploran al sistema capitalista, a la democracia, incluso al poder y a la opinión sobre el poder dentro de un régimen (P. Bordieu es nombrado en cierta página, sin otra relación que la de nombrarlo y ya, como si hubiera una complicidad deliberante y secreta entre García Linera y aquel).

Luego de haber intentado tratar de definir el término “Democracia”, García Linera se concentra en proponer el ejercicio de la misma en diferentes espacios y desde otras dimensiones, usando o criticando, a su vez, los aportes de otros intelectuales. Habla de la democracia desde las dimensiones económica, política participativa y autonómica; hasta la propone un reto democrático para el aprendizaje y la madurez ciudadana, combinándola con el término “intercultural”. Hasta acá todo normal, parece un texto digno de un egresado en ciencias políticas que mantiene su discurso en los temas que le interesan y no en la realidad que lo rodea; eso se perdona, claro, todo lo aguanta el papel.

Luego introduce al texto, un estudio del término “Estado”, escrito en otra publicación (“La potencia plebeya”, 2010) y lo describe de una manera casi impositiva: la transición entre república y estado como “fagocitador y dador de vida”, que tiene en sí mismo a naciones menores; esto es justificado a la pasada, como cuando uno aparta un pensamiento con el movimiento de la mano frente a la cara, así como si espantara una mosca, y ese nivel de radicalidad o de actitud petulante, me recordó a H.C.F. Mansilla pero sin su actitud de “señorito de hacienda”, o a un Rafael Bautista pero sin esa inmadurez implícita que el hermano de Juan José siempre tuvo, y más cuando hablaba mal de la Coca Cola pero la mezclaba y bebía con Old Parr, luego de sus charlas “subversivas”.

Acá se nota una enfermedad crónica en García Linera: la vanidad. Él escribe y ostenta sus conocimientos, y los acopla con ciertos mitos sociopolíticos que lo dominan, a cada momento en su escritura, como si nosotros hubiéramos leído, o estuviéramos convencidos de haber leído, la misma cantidad de libros que él, y ni así, che, ni así se nota la didáctica, la intención de querer transmitir lo que se piensa que es bueno para el lector, la vocación de dejar algo… Solo se ve el: “Escribo esto porque sé y he leído y tú no sabes porque eres de la oposición”.

Por último, en el capítulo que lleva el título de “Nación”, García Linera explora este término de la manera menos petulante posible, y eso resulta un cambio radical para su texto; pero me doy cuenta que esta última parte nunca se publicó en otra parte, sino que fue un discurso del 2013, leído en Cochabamba, el seis de agosto de ese mismo año.

Llegado a cerrar el libro, supe que aquella direccionalidad de publicación no tenía el sentido que supuestamente quería demostrar. Es decir, el amplio bagaje cultural sociopolítico que tiene el vicepresidente no sirve de nada cuando se publica algo que no tenía la necesidad de ser publicado, ¿a quién le importa la visión sobre política nacional de alguien como el vicepresidente, cuando en el fondo no importa lo que él sabe abstractamente, sino cómo se traduce lo que sabe a la realidad? ¿Importa más lo que dice el vicepresidente en su libro, que lo que demuestran sus acciones? ¿No sería necesario publicar, no sé, libros de verdad, o compilaciones mejores, de otros autores, si se desea hacer un bien a la cultura popular? ¿No creen que publicar y regalar libros de Guillermo Lora o de Sergio Almaraz, puede ser mejor que publicar y regalar algo que no se necesita? Usar una imprenta para ser vocero del gobierno cuando ya se es vocero del gobierno, ¿es bueno, malo, ético, racional o qué? A mí me recuerda a Gadafi y a Fidel… Ellos escribían dentro de sus gobiernos y hacían que estos libros se repartieran a los cuatro vientos, con el fin de mostrar a sus gobernados, que ellos también pensaban, y eran líderes sabios, grandiosos, únicos, y que no solo ganaban votos, sino que también fundamentaban que eran líderes óptimos, ¿bonito no?

Quizá es exageración todo esto, o mi afán de hablar mal de un vicepresidente que termina publicando lo que le da la gana, solo para demostrar que es un iluminado del pensamiento, y que no solo es inteligente, sino que aspira a ser una lumbrera que pueda guiarnos por un camino en sombras, porque como somos un pueblo ignorante, con una ministra que no se ubica mucho sobre lo que es cultura y lo que es folclore, necesitamos de un héroe de cabellos canos y terno impecable, que se haya leído más de veinticinco mil libros.

Lo cierto es que, sea de menos de 130 páginas o no, “Democracia Estado Nación” demuestra un vacío creativo en la acción política masista, como también la ausencia de visión del vicepresidente, más allá de la ideología o el dogma que posea, porque él, y lo escribo con todo el respeto que se merece, tiene una terrible escasez de lecturas: no sabe usar la coma, muchos menos el punto y coma o las tildes; pero sobre todo, porque se nota que no se preocupó por el acabado final del texto, pues hasta en su primera página hay un error ortográfico tan notorio, que pienso que los editores del Estado Plurinacional de Bolivia, no son más que un conjunto de topos ciegos que exigen llajua en cafés de Obrajes, y que solo saben levantar el puño al mero estilo del masista promedio, cuando se le asigna un poder que no puede o no sabe controlar.

Puede pasar desapercibido todo lo anterior, claro, porque al final no hay, ni ha habido, ni habrá, texto que sea definitivamente malo; algo debería enseñarnos, al menos. Y el texto de García Linera nos ayuda a comprender una cosa básica: los intelectuales latinoamericanos son como él, pura teoría.

[1] Es escritor, y futuro desempleado del Estado Plurinacional, si buscaban contratarlo…

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De INMEDIACIONES, 04/01/2018

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