MANUEL HIDALGO
Quienes no hayan
oído hablar de Ursula K. Le Guin, amén de no ser lectores de
fantasía y ciencia-ficción, pueden pensar que se trata de una escritora rara,
minoritaria y de culto. De culto, sí, desde luego, pero después de haber
vendido millones de ejemplares de sus obras en todo el mundo y de gozar no sólo
de una alta consideración literaria, sino también de influencia en los ámbitos
políticos, sociales e, incluso, científicos.
Harold
Bloom la menciona
en El canon occidental. John Updike y Grace Paley han
alabado la calidad de su narrativa, que trasciende los géneros. Sus
entrevistadores -como Jacinto Antón- suelen preguntarle por J.K.
Rowling y James Cameron, pues es más que evidente -casi escandalosa- la
influencia de sus novelas Un mago de Terramar (1968) sobre la
saga de Harry Potter y de El nombre del mundo es Bosque (1972)
sobre la película Avatar (2009). Le Guin reconoce
inevitablemente esa influencia con la modestia y beatitud que le caracterizan,
pero también con algo de incomodidad, incomodidad que se transforma en rechazo
si se le menciona Cuentos de Terramar (2006), la película de
dibujos animados de Goro Miyazaki, en la que, a su juicio, el
hijo de Hayao Miyazaki, maestro de la animación japonesa, traicionó
el espíritu de sus relatos.
Le Guin se sitúa
a sí misma en el terreno de la "ficción imaginativa", que comprende
tanto la fantasía como la ciencia-ficción. En el imaginario archipiélago de
Terramar, habitado por marinos y navegantes de reminiscencias prehistóricas, se
sitúan las cinco novelas del ciclo Historias de Terramar,
publicadas por Le Guin entre 1968 y 2001, y que narran una única historia.
Por el contrario,
las ocho novelas principales del ciclo de Ekumen, que transcurren
en la federación galáctica del mismo nombre, compuesta por diversos planetas,
son narraciones independientes que fueron escritas por Le Guin entre 1966 y
2000. A esta serie pertenecen novelas que son reconocidas, al margen de la
ciencia-ficción, como obras maestras de la literatura: además de El
nombre del mundo es Bosque, La mano izquierda de la oscuridad (1969) y Los
desposeídos (1974).
Ahora Minotauro,
la editorial que más obras de Le Guin ha publicado en castellano -con RBA-, ha
sacado La rueda celeste (1971), novela de ciencia-ficción que
se desarrolla en un futuro violento y catastrófico. Y Nórdica ha publicado El
día antes de la revolución (1974), un relato breve ilustrado por Arnal
Ballester, que está en íntima conexión con Los desposeídos -como explica Le
Guin en su prólogo-, al ser su protagonista la vieja Odo, la mujer que creó el
odonianismo, la forma de sociedad anarquista que rige en uno de los planetas de
Ekumen.
Ursula K. Le
Guin, que no se considera una activista, ha trasladado a varios de sus libros
su ideario político, básicamente integrado por el anarquismo, el pacifismo, el
feminismo y los elementos de la filosofía taoísta. Escribe: "El blanco
principal del anarquismo es el Estado autoritario (capitalista o socialista);
su objetivo práctico-moral principal es la cooperación (solidaridad, asistencia
mutua). Es la más idealista, y para mí la más interesante, de todas las teorías
políticas".
Igualmente, sus
novelas son deudoras de sus vastos conocimientos en materia científica,
psicológica, lingüística, antropológica, histórica y sociológica.
No por
casualidad, El día antes de la revolución está dedicado in
memoriam al pensador anarquista Paul Goodman, miembro de
la Nueva Izquierda americana y cultivador de la Terapia Gestalt, de quien, en
los años 70, pudimos leer en Kairós su influyente libro La
nueva reforma. Otro pensador anarquista americano con influencia en Le Guin
fue Murray Bookchin, publicado y leído en la misma editorial.
Ursula K. Le Guin
nació en 1929 en Berkeley (California), con tres hermanos, y tuvo la inmensa
suerte de ser hija del eminente etnólogo y antropólogo Alfred Kroeber y
de su segunda esposa, Theodora Kroeber (de soltera, Kracaw),
escritora, psicóloga y también antropóloga.
Le Guin estudió
en las universidades de Harvard y Columbia, donde se especializó en lenguas
romances y en la literatura italiana y francesa del Renacimiento. Viajando a
Francia para ampliar su conocimiento de la cultura francesa, conoció al
historiador Charles Le Guin, con quien se casó en París en 1953 y
con quien vive todavía, y desde 1958, en la ciudad de Portland (Oregón). Ella
dice que su vida ha consistido fundamentalmente en cuidar de su familia, de su
marido y sus tres hijos, en leer y en escribir.
Premiada multitud
de veces con los más importantes galardones destinados a la literatura
fantástica y de ciencia-ficción (el Nébula, el Hugo, el Locus...) y traducida a
los más relevantes idiomas del mundo (a más de dieciséis), Ursula K. Le Guin ha
tenido una incesante actividad como escritora: más de veinte novelas, seis
poemarios, una docena de libros para niños y jóvenes, cuatro recopilaciones de
ensayos y más de cien narraciones breves, varias de ellas vinculadas a sus
series de Terramar y Ekumen, el principal vehículo para sus
formulaciones utópicas muy centradas en la idea de la igualdad, especialmente
de la igualdad entre hombres y mujeres, y en el rechazo de la competitividad,
la violencia y el abuso de poder.
No sé si será
correcto decir que se nota que El día antes de la revolución ha
sido escrito por una mujer. Creo que sólo una mujer puede mirar así a la
anciana Odo -que se siente vieja sin paliativos- y contempla fastidiada sus
feos pies, evocando su pasado, antes de una apoplejía, como trabajadora y
pensadora revolucionaria. Y como amante y compañera fiel del hombre que amó y
que la muerte le arrebató.
_____
De EL MUNDO,
24/02/2017
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