En cierto ignoto
país, del cual la historia no quiere acordarse, continúan los incesantes
reconocimientos, agasajos, loas, condecoraciones y un sinfín de homenajes al
rey chiquito de rechonchas manitos que rige los destinos de su afortunada
nación. Profetas y escribanos destacan su indomable rebeldía, su férreo
antiimperialismo y su majestuosa dignidad que rebasa fronteras.
Arquitecto de
grandes transformaciones, que en pocos años ha sacado a su pueblo del oprobio
de las tinieblas para llevarlo hasta la luz de las estrellas. Con su visión
futurista ha devuelto la autoestima a toda la nación, acostumbrada desde
siempre a la humillación extranjera. El campo florece a su paso. Brillan las
usinas de las termoeléctricas cuando sienten su presencia. Las fábricas de
papel, de cartón, trabajan a todo gas cuando divisan su enorme casco blanco.
Las fundiciones despiertan de su letargo para obsequiarle lingotes con su
nombre. Los monumentales estadios y coliseos corean solos sus innumerables
hazañas deportivas. Los tractores chinos se dejan domar ante sus manos cual
obedientes bueyes uncidos. Refulgen fieros los tanques cuando los comanda, como
elefantes de acero al compás de himnos y clarines. Coreografiados desfiles y
escuadras multicolores de guerreros escogidos le rinden pleitesía. Las naciones
vecinas tiemblan por sus planes industriales y afanes atómicos. A toda máquina
avanza la "Revolución Democrática y Cultural".
Carreteras,
muros, puentes, fachadas de edificios y sinuosos caminos le agradecen por su
amor inconmensurable a la patria. Comandantes y ministros aplauden
fervorosamente sus discursos para no despertar su célebre mal genio, que él
toma nota de todo. Escuelas, cuarteles, academias, oficinas públicas adornan
sus austeros salones con sus retratos para darles vida. Los niños le dibujan
carteles agradeciéndole por pintar su kínder, los jóvenes se disputan por tocar
puños con él, las muchachas en flor se le acercan porque saben que tiene el
poder del Espíritu Santo. Su sola presencia cura enfermedades y calma
tempestades que se avecinan. Obreros y campesinos vuelven jubilosos a la labor
cuando se les aparece como caído del cielo. Miríadas de féminas sueñan con
ocupar su corazón y convertirse en la compañera del salvador de la patria. Pero
el corazón del supremo no tiene dueño, él ama a todas y a ninguna.
Dicen que el
Amado Líder no duerme ni descansa porque trabaja veinticinco horas al día, le
preocupa sobremanera que su país tenga mejores días. Con su venerable ejemplo
guía a todos sus funcionarios desde ministros hasta el último comisario de
provincia. Sus titánicos esfuerzos y desvelos han movido a cineastas y
escritores a dedicarle sendas biografías, documentales y conmovedoras
películas. En su honor se celebran olimpiadas especiales y juegos florales,
carreras automovilísticas y pruebas pedestres. Como reconocimiento a su innegable
desprendimiento, sacrificio inhumano y amor infinito por la patria amada que le
vio nacer; todos los súbditos agradecidos compiten por bautizar cualquier obra
pública con su augusto nombre: barrios, puertos, aeropuertos, mercados, plazas,
calles, coliseos, canchas, colegios, escuelas, fraternidades, etc. De todos
ellos, sus siempre solícitas Fuerzas Armadas se llevaron la flor al componerle
un himno exclusivamente para sus dulces oídos.
Y aún hay más,
acaba de publicarse un “librito” de poemas que el supremo vitalicio ordenó
recopilar a una de sus abnegadas ministras, odas y alabanzas que poetas sueltos
por todo el país declaman en su honor y a toda garganta. Y así les hemos
contado esta increíble historia desde Corea del Norte; digo, desde el Estado
Plurinacional de Evolivia.
Con marca de
agua, para que no quede duda de quién inspira estos arrebatados versos (Arjona,
debe estar que arde). Pínchele que no tiene desperdicio.
PS.- ¡Advertencia!, oír el sagrado himno que el domesticado Ejército compuso para Su Excelencia, puede dañar seriamente la salud.-------------
De EL PERRO ROJO
(BLOG DEL AUTOR), 22/09/2016
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