Manifiesto a la
libertad presunta de inventar en este siglo. Manifiesto a la carne prieta y de
pretura. A que sean, mujer, tus tetas lienzo y no objeto, para pintarlas con
pincel suave sin sentirte violenta.
Manifiesto al
arte y al amarte libre y breve, producto de los días de calentar y listo.
Manifiesto de este siglo, de este sexo y de todas las sensaciones tan profundas
y etéreas.
Tan intensas y
breves.
Tan latentes y
quietas,
tan decadentes
tan aparentes.
Sentirte
integrado.
La era de tus
letras, mujer, libres y risueñas. Qué más dará papel que madera, que mármol que
en la lista de la compra de la nevera ¡Escribid preciosas mías! Este es nuestro
siglo, es el siglo de las fieras.
Manifiesto a la
lascivia gratuita y continua enrevesada en tu pantalla plana. Es sano, no te
preocupes, lo anuncian en televisión.
Manifiesto de las
acciones espontáneas, producidas por las drogas sanitarias. No te inquietes,
lleva prospecto e instrucción.
Manifiesto al
mundo corrupto, producto de la mejor idea del mundo.
Manifiesto a lo
que sea que quiera que tenga que pasar en algún momento. Qué más te dará,
todavía como, todavía puedo respirar, pero incomprensiblemente, tengo que
gritar. No puedo hacer otra cosa que hablar, charlar contigo. Charlemos sin
parar.
La era que se era
de macarras que menstrúan y saben latín con gafas cuadradas y serrín.
El siglo de aquí
lo quiero aquí lo tengo a un clic, en un plis, en un tris.
Manifiesto de un
mundo imperfecto que ya se ríe sin pensar. Lo absurdo por lo absurdo, qué vamos
a hacer, no vamos a llorar. No vaya a ser que tenga letra pequeña, no vaya a
ser que tengamos que pagar.
Manifiesto
absurdo de una mente absurda perdida en mil estímulos que no dejan mirar
fijamente las estrellas y dibujar su geometría sin mirar, que no se puede
concentrar. La era de uno mismo perdido, creciendo y sin avanzar. Del ojo
sediento de sangre a borbotones, de colores, que levite, haga espirales y
chorree incesante por los poros de alguna piel. Del ojo colmado de información
que ya no sabe qué ver. Manifiesto de los enfados colectivos, consabidos,
efusivos, pasajeros y casi divertidos.
Vida ¡Oh vida!
Dame serotonina y buena dopamina.
Bienvenida la era
de la prisa, de prisa. Del poco tiempo para todo y demasiado tiempo para pensar
en lo que ya no sabes si el futuro te podrá deparar. El siglo de emigrar y
pensar, pensar, pensar en no pensar y aprender demasiado en cualquier otro
sitio o en una zona residencial.
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Del LITERATURA PARA VAGOS, blog de la
autora, 23/09/2016
Imagen: Karl Schmidt-Rotluff, 1919
Imagen: Karl Schmidt-Rotluff, 1919
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