MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
Hoy en La Paz es
el día del peatón, de modo que las calles estaban desiertas de vehículos y
ocupadas por gente a pie, bicicletas, patinetes... Solo que, en cuanto te
apartabas del centro, las calles que sueles ver atestadas de gente,
comerciantes y vehículos estaban extrañamente solitarias, como muertas, y
los tendales cubrían los puestos de mercaderías. Muchos mendigos y muchos
borrachones, en grupo y en activo reñidor, o durmiendo la mona por la aceras.
El mendigo afroboliviano de la puerta de la iglesia de San Francisco, se había
cagado ostentoreamente encima, pero no cejaba en su empeño de
tender una mano a la caridad del peatón, el fraile y el turista, mientras que
con la otra hacía esfuerzos por despegarse del cartón sobre el que estaba
sentado. Acróbata. Me he subido hacía la Segurola con intención de comprar algo
de coca, pero todas las cocanis habían desaparecido, incluso el hombre
mayor de la León de la Barra, al que le compro habitualmente, tenía el
chiringuito cerrado. Ignoro el motivo porque otros domingos estaba
abierto. En la Segurola he encontrado abierto el puesto de una cocani vieja y
malhumorada y cuando le estaba pidiendo un cuarto de libra se me ha
echado encima un borrachón que, a juzgar por las mataduras y heridas que le
cubrían la cara, tenía una noche intensa a sus espaldas, al grito
de «¡Money, moneyı», momento en el que la cocani ha cogido un cuchillo que
tenía a mano en uno de los tambores y le ha largado un punchazo que el otro ha
esquivado trastabillando... animación, mucha. Día del peatón. A casa, a verlas
venir.
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De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 03/09/2017
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