El martes 29 de
agosto, los muertos causados por Harvey en Estados Unidos ascendían a nueve. El
sábado anterior la tormenta tocó tierra en Texas, desde entonces todos los
medios de comunicación están volcados con el fenómeno y sus consecuencias.
El martes 29 de
agosto, el gobierno de Sierra Leona aumentaba a 1.000 los muertos y
desaparecidos por las lluvias y corrimientos de tierra que tuvieron lugar en la
capital del país, Freetown, 15 días antes, el 14 de agosto, y estimaba en unas
5.000 las personas que han perdido todo lo que poseían. El mismo sábado que
Harvey llegaba a las costas estadounidenses, unas segundas inundaciones
golpeaban algunos de los barrios más pobres de Freetown, como Kroo Bay, donde
decenas de personas tuvieron que subirse a los tejados de sus casas y ver como
el agua se llevaba todas sus posesiones. Todavía no conocemos el número exacto
de víctimas de esta segunda catástrofe. En el caso de Sierra Leona, la
información recibida en la prensa, radio o televisión españolas ha sido muy
escasa por no decir casi nula.
El martes 29 de
agosto por la noche, nos enterábamos, entre infinidad de imágenes y vídeos que
mostraban el sufrimiento de los tejanos, que las víctimas del Harvey se
elevaban a 30. Casi al mismo tiempo en Niamey, la capital de Níger, se
confirmaba que las inundaciones provocadas por la fuerte lluvia habían causado,
al menos, 40 muertos y unos 77.000 afectados, pero estos tampoco aparecían en
las páginas de nuestros diarios.
Mientras, en el
Cuerno de África y norte de Kenia, la sequía ha obligado a cientos de personas
a desplazarse para no morir.
Hoy no vamos a
entrar en la manida controversia de si hay víctimas de primera y de segunda
categoría o del racismo mediático, pero sí que queremos dejar constancia de que
el cambio climático está teniendo un enorme impacto en África y eso que los países
africanos son los que menos gases de efecto invernadero emiten de todo el
mundo. Son de manera especial, las personas y los países pobres los más
expuestos y vulnerables a las catástrofes que proliferan como consecuencia del
calentamiento global.
Un ejemplo, entre
el 1 de julio y el 14 de agosto, sobre Freetown había llovido un 300 % más de
lo habitual, a ello hay que unir la fuerte deforestación que sufren las
montañas que rodean la ciudad. Esta, que no para de crecer, se quedó hace mucho
tiempo sin espacio para acoger a su creciente población que gracias a la
corrupción de los funcionarios locales construye en lugares que no debía,
talando árboles y cortando el monte.
La falta de
recursos del país dificultó las labores de rescate. Se tuvo que recurrir, una
vez más, a la ayuda internacional y de ella también depende el alivio de los
que lo han perdido todo: desde la construcción de alojamientos temporales hasta
el agua o la comida. El dinero está llegando, es la buena noticia. Países, ONG
y organismos internacionales están enviando importantes donaciones.
¿Pero qué pasará
con esta ayuda? Es lo que la mayoría de los sierraleoneses se pregunta ahora y
tiene razón para ello: durante la guerra que sufrió el país (1991-2002) grandes
cantidades de ayuda internacional quedaron en manos de altos funcionarios y
otros, lo mismo sucedió durante la crisis del ébola (2014-2015). Igualmente,
hace solo un par de semanas se descubrió cómo altos oficiales del gobierno se
quedaban con parte de las ayudas que se conceden a los musulmanes que quieren
hacer el peregrinaje a La Meca (dinero donado por países árabes,
principalmente). Por eso, mucha gente piensa que una vez más, la desgracia de
muchos va a ser una oportunidad de negocio para unos pocos.
Corrupción,
deforestación, superpoblación, cambio climático… siempre en perjuicio de los
más vulnerables.
__
De
CANARIAS3PUNTOCERO
No comments:
Post a Comment