Friday, September 8, 2017

Llueve sobre mojado

CHEMA CABALLERO

El martes 29 de agosto, los muertos causados por Harvey en Estados Unidos ascendían a nueve. El sábado anterior la tormenta tocó tierra en Texas, desde entonces todos los medios de comunicación están volcados con el fenómeno y sus consecuencias.

El martes 29 de agosto, el gobierno de Sierra Leona aumentaba a 1.000 los muertos y desaparecidos por las lluvias y corrimientos de tierra que tuvieron lugar en la capital del país, Freetown, 15 días antes, el 14 de agosto, y estimaba en unas 5.000 las personas que han perdido todo lo que poseían. El mismo sábado que Harvey llegaba a las costas estadounidenses, unas segundas inundaciones golpeaban algunos de los barrios más pobres de Freetown, como Kroo Bay, donde decenas de personas tuvieron que subirse a los tejados de sus casas y ver como el agua se llevaba todas sus posesiones. Todavía no conocemos el número exacto de víctimas de esta segunda catástrofe. En el caso de Sierra Leona, la información recibida en la prensa, radio o televisión españolas ha sido muy escasa por no decir casi nula.

El martes 29 de agosto por la noche, nos enterábamos, entre infinidad de imágenes y vídeos que mostraban el sufrimiento de los tejanos, que las víctimas del Harvey se elevaban a 30. Casi al mismo tiempo en Niamey, la capital de Níger, se confirmaba que las inundaciones provocadas por la fuerte lluvia habían causado, al menos, 40 muertos y unos 77.000 afectados, pero estos tampoco aparecían en las páginas de nuestros diarios.

Mientras, en el Cuerno de África y norte de Kenia, la sequía ha obligado a cientos de personas a desplazarse para no morir.

Hoy no vamos a entrar en la manida controversia de si hay víctimas de primera y de segunda categoría o del racismo mediático, pero sí que queremos dejar constancia de que el cambio climático está teniendo un enorme impacto en África y eso que los países africanos son los que menos gases de efecto invernadero emiten de todo el mundo. Son de manera especial, las personas y los países pobres los más expuestos y vulnerables a las catástrofes que proliferan como consecuencia del calentamiento global.

Un ejemplo, entre el 1 de julio y el 14 de agosto, sobre Freetown había llovido un 300 % más de lo habitual, a ello hay que unir la fuerte deforestación que sufren las montañas que rodean la ciudad. Esta, que no para de crecer, se quedó hace mucho tiempo sin espacio para acoger a su creciente población que gracias a la corrupción de los funcionarios locales construye en lugares que no debía, talando árboles y cortando el monte.

La falta de recursos del país dificultó las labores de rescate. Se tuvo que recurrir, una vez más, a la ayuda internacional y de ella también depende el alivio de los que lo han perdido todo: desde la construcción de alojamientos temporales hasta el agua o la comida. El dinero está llegando, es la buena noticia. Países, ONG y organismos internacionales están enviando importantes donaciones.

¿Pero qué pasará con esta ayuda? Es lo que la mayoría de los sierraleoneses se pregunta ahora y tiene razón para ello: durante la guerra que sufrió el país (1991-2002) grandes cantidades de ayuda internacional quedaron en manos de altos funcionarios y otros, lo mismo sucedió durante la crisis del ébola (2014-2015). Igualmente, hace solo un par de semanas se descubrió cómo altos oficiales del gobierno se quedaban con parte de las ayudas que se conceden a los musulmanes que quieren hacer el peregrinaje a La Meca (dinero donado por países árabes, principalmente). Por eso, mucha gente piensa que una vez más, la desgracia de muchos va a ser una oportunidad de negocio para unos pocos.

Corrupción, deforestación, superpoblación, cambio climático… siempre en perjuicio de los más vulnerables.

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De CANARIAS3PUNTOCERO


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