Me resulta cuando
menos jocoso escuchar permanentemente en la retórica oficialista, esa mamada de
que somos un país pacifista y que venimos de la cultura del diálogo. Nuestra
dura cotidianidad nos demuestra lo contrario, sino que lo digan los paceños en
particular, que viven atormentados todos los días por muchos tipos de
violencia.
Nuestros
“sacrosantos movimientos sociales” (según “el licenciado”) están acostumbrados
a ejercer violencia sobre los demás, estén o no de acuerdo con ellos, es igual,
no conocen otra forma de protesta y el gobierno los alienta o los reprime según
la ocasión y sus intereses. Los jodidos somos los ciudadanos de a pie, como
siempre.
Las relaciones
incestuosas entre el gobierno y sus movimientos sociales, siempre van a generar
conflictos y violencia, más aun ahora que la platita solo alcanza para
satisfacer la angurria de la cleptocracia reinante. Es por todos sabido que
estos grupos corporativos, solo velan por sus intereses particulares y se mean
en el bien común, es por eso que no es de extrañar que entren en conflicto
entre ellos, y con el gobierno.
Por otro lado,
todos piden diálogo, imploran diálogo –especialmente con el “jefazo”- como si
el aludido matarife tuviese la varita mágica para arreglar todos los quilombos
que él mismo provoca. Sin embargo aquí todos se cagan en el diálogo, de lo que
se trata es de imponer su propio punto de vista o su capricho. Dialogar
significa negociar, ceder, encontrar puntos en común para poder avanzar en la
solución de los problemas; pero no, aquí se trata de derrotar al circunstancial
enemigo por la razón de la fuerza, y no de convencerlo por la fuerza de la
razón.
Bolivia es un
país violento, intolerante, linchador y machista, entre otras cosas: ejemplos
sobran. En esta última década, todas estas deplorables características de
nuestra idiosincrasia, en vez de disminuir se han exacerbado; cómo no, si los
que nos gobiernan son entusiastas promotores del “todo vale”, del “le meto nomás”.
Qué más da, que se jodan los otros.
Mientras tanto,
el ciudadano común, peregrino y caminante, debe soportar estoicamente todo este
desmadre. Vivimos en un estado de crispación permanente y no hay donde
quejarse, los derechos individuales no valen nada. Si no perteneces a un
sindicato, gremio o club de madres, estás jodido, nadie te tira bola y te tienes
que ir a llorar a Jerusalén.
Ni “el futuro de
la patria” se salva, por el contrario, son las víctimas preferidas de cuanto
energúmeno, sindicalizado o no, camina por ahí.
Así de bien
estamos
Sipe Sipe,
06-09-2017
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Imagen: Blue Meanie (Yellow Submarine)
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Imagen: Blue Meanie (Yellow Submarine)
la violación de mujeres y niñas es cosa "normal" entre cocaleros y afines....las peleas con muertos y los ataques al diverso, cosa cotidiana....no NO SOMOS PACIFISTAS SOMOS VIOLENTISTAS, violentos por que sí y porqué nos da la gan, para muestra; maneje Usted en cualquier ciudad o pueblo boliviano y ver+a que esto es casi un elogio al buen humor...!
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