MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
Esta mañana
colgué en Twitter el Cuadrado negro, de Malevich, a modo de
despedida de unos días de tregua digamos, porque las redes sociales cansan,
agobian, aburren, por mucho que en sus recovecos estén los amigos seguros.
Al rato de colgar
esa imagen me comunicaron que había fallecido un familiar cercano, que me va a
obligar a viajar a París en unas horas. El último año de mi vida ha estado
marcado por el fallecimiento o el acabamiento de familiares, por los desbarates
de viviendas y por pasar todas las semanas por una residencia de ancianos,
entre olor a excrementos, gritos, ahogos, visiones de muertos vivos… te guste o
no, eso te concierne y no estás para mojigaterías ni dengues esteticistas.
De la persona que
ha fallecido diré que nunca le vi enfadado, siempre con una sonrisa de oreja a
oreja, elegante, atento, montaba a caballo, le gustaba el jazz, Claude Delcloo
y Archie Shepp, me acuerdo, en los setenta, viajar, era fotógrafo, gran
lector, visitante asiduo de museos, exposiciones, cine, peatón de las calles de
su ciudad, la suya, París… la empresa en la que trabajaba se fue al carajo y
perdió su trabajo, pero se recicló de inmediato en otro rubro por completo
distinto, se jubiló y trabajó para una ONG… siempre animoso, bienhumorado,
dispuesto a maravillarse y entusiasmarse con algo: «¡¿Qué hay de nuevo!» «¿¡Qué
hay de bueno!?». Gente que has conocido y tratado…
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De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 11/03/2017
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