DANIEL GIGENA
Al parecer,
siempre hubo escritores malditos. El "malditismo" recorre la historia
de la literatura no como un fantasma, sino como una presencia incómoda para la
sociedad y el propio ambiente literario. El narrador y catedrático español
Santiago Posteguillo (Valencia, 1967) publicó El séptimo círculo del
infierno (Planeta), donde reúne a un elenco de escritores malditos por
vocación o por contexto. "Aunque desfilan por el texto escritores
reconocidos como Iris Murdoch, Carson McCullers o Rudyard Kipling, he buscado
recuperar a escritores que, atacados por diferentes poderes fácticos (de la
Inquisición a los nazis, pasando por dictaduras fascistas y comunistas), han
visto cómo su obra ha sido casi olvidada. Olvido que comparten muy
especialmente las mujeres escritoras", señala. Su libro presta especial
atención a autoras que por el solo hecho de ser mujeres tuvieron que afrontar
impedimentos para llevar a término su actividad creadora: Safo, Sor Juana Inés
de la Cruz y, actualmente, la escritora nigeriana Buchi Emecheta.
"La
categoría de «escritor maldito » puede venir
definida por diferentes fuerzas, como la crítica, la impopularidad ante los
lectores o la condición de perseguido por el poder establecido -dice
Posteguillo a LA NACION-. En El séptimo círculo del
infierno me he centrado en escritores y escritoras esencialmente
malditos por ser perseguidos por su orientación sexual, su religión, sus ideas
políticas y, siempre, por su independencia. No hay nada que moleste más al
poder que un escritor que creían a su favor y que, de pronto, les diga a la
cara algo inconveniente, como el caso de Bulgákov y Stalin." Mijaíl
Bulgákov pasó de ser el escritor favorito del dictador a su enemigo cuando
postuló que la libertad de expresión era innegociable.
“El asco puede
ser un buen inicio para definir a un escritor maldito” -apunta Lucas Margarit,
docente universitario y ensayista. El maldito crea un artificio con el asco de
su tiempo. Lo desagradable que intenta ser silenciado, pero que sin embargo
resurge. ¿Malditos para quién? Hay una zona donde la comodidad se desarticula,
donde abismarse es una forma de encontrar las imágenes de lo oscuro."
Se podría pensar
que hoy el malditismo no tendría tanta presencia en la literatura. "Nada
más lejos de la realidad -asegura Posteguillo?. Es cierto que hoy no se suelen
quemar libros. Queda feo. Pero hay otras formas de perseguir al escritor
independiente e incómodo para el poder. Se trata de un malditismo general donde
se dispara contra la cultura donde quiera que esté, porque la literatura y el
arte contribuyen a crear un ser humano crítico, completo y reflexivo."
Posteguillo da un caso célebre del presente: Salman Rushdie. "Hay
dictaduras como la china, la venezolana o la de Corea del Norte donde estoy
seguro de que hay escritores malditos, unos conocidos y otros que no conocemos
porque ya se habrán ocupado esas dictaduras de que no lo hagamos. Imagino
también que el presidente Donald Trump también tendría su propia lista de
escritores malditos si conociera lo que es un escritor o un libro. Su
incultura, de momento, nos preserva de sus arrebatos más concentrados en la
prensa", concluye.
Maldición
eterna a quien lea
Autor de Castellani
crítico (Unipe), poeta y docente, Diego Bentivegna considera que el
malditismo es un fenómeno de época. "Es imposible pensarlo sin las
condiciones mismas de formación de un espacio autónomo para la literatura, un
espacio en relación con el que el maldito choca, sosteniendo, a su modo, la
conexión entre escritura y moralidad, o, mejor, entre escritura y ética",
afirma. El escritor maldito trabaja en una zona donde la autonomía de la
literatura puede disgregarse pero, al mismo tiempo, delimita un espacio
literario propio. "En nuestra América, Darío y los modernistas fueron
lectores aventajados del cuerpo maldito y decadente europeo. Sin embargo, Darío
y sus amigos argentinos (pienso en el joven Leopoldo Lugones, en el joven José
Ingenieros de La montaña) no traducen de manera directa el
malditismo al castellano, sino que lo corren. La figura que le interesa a Darío
en 1896 en «Los raros» no es exactamente la del maldito, sino la del «extraño»,
que incluye a maudits como Verlaine o Lautréamont, y también a
figuras como José Martí o el monje medieval Domenico Cavalca."
En estos días, el
narrador y traductor Ariel Magnus prepara una antología de escritos de un
maldito. Omar Viñole se hizo famoso en la década de 1940 por andar con una vaca
por las calles y escenarios, incluido un ring de box en el Luna Park. ¿Ha
fantaseado Magnus, escritor satírico, con la imagen del maldito? “En mi caso es
a la inversa”, responde. “Como siento que nunca me pasó nada y que
probablemente nunca me vaya a pasar, si alguna vez alguien se interesa por mí,
exclamará horrorizado: ¡pero qué maldito infeliz, no tiene una mísera anécdota!”
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De LA NACIÓN,
11/09/2017
Fotografía: Carson
McCullers
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