tenemos a veces suerte y encontramos libros que nos
devuelven una mijilla de la alegría de la vida. El destino puede ser oscuro,
pero no el ánimo. Me gusta Sergei Dovlatov por su inagotable sentido del humor,
ajustado como un guante a su estilo ágil y diáfano. Sus novelas son grupos de
historias porque Dovlatov en realidad es escritor de fragmentos, como
Monterroso o Mark Twain.
Dovlatov se
dedica a escribir novelas pero crea memorias. O tal vez es al revés,
comienza a narrar recuerdos y le sale una novela. Ambas formas le sirven,
porque escribe con sinceridad, pero sin alharacas. Muestra la herida sin meter
el dedo en la llaga. ¿Cómo puedes escribir libros que denuncien las injusticias
de una dictadura sin acusar a la gente que la puebla? De algún modo que sólo se
explica por la magia de la Literatura, por su generosidad a toda prueba, él
pasa por encima del rencor, se queda con la espuma del ambiente, emplea su
humor y su gentileza hasta lograr una aproximación lírica, sutil, aérea, que
parece una acumulación de instantáneas de la vida de alguien. Y uno siente una
gran proximidad por él, que es sin duda su mejor personaje en todos sus libros.
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