El próximo 3 de
diciembre es un día crucial para la democracia boliviana. Sin ánimo de
dramatizar, ya que últimamente estamos viviendo muchos momentos cruciales, los
bolivianos nos jugamos algunas cosas importantes. Si las primeras elecciones
judiciales fueron un fiasco para el gobierno, estas no le van a la zaga, con el
aditamento de que se están convirtiendo en un plebiscito que medirá el grado de
credibilidad y legitimidad de Evo Morales y su gobierno.
La pretensión de
Morales de perpetuarse en el poder, desconociendo la voluntad popular y
pasándose por el forro la Constitución Política del Estado, nos ha llevado a
esta situación. El gobierno del MAS, que en un principio parecía tener las
cosas claras, aunque ilegales, pero claras, hoy parece un borracho con
muyumuyu. A pesar de las puteadas del “jefazo”, los “hermanos plurinacionales”
no dan pie con bola.
No voy a decir
nada más de la elección de magistrados en sí misma, todos conocemos las
consecuencias de tan “genial innovación” de los ideólogos del “proceso”. Lo
importante es que los bolivianos, en esta ocasión, le digamos al gobierno que
estamos hasta los cojones de la impostura, la mentira, la corrupción, la
ineptitud, la prepotencia, la soberbia sin grandeza de esta tropa de canallas
sinvergüenzas encaramada en el poder.
Las pocas semanas
que faltan para la elección, no les quepa la menor duda, estarán llenas de
cortinas de humo creadas por el gobierno y sus estrategas; es más, ya
empezaron. Las sentencias del Tribunal Constitucional. La guerra del Twitter.
Las infaltables denuncias contra el malvado imperio que conspira, junto a
políticos de oposición, para frustrar los humanos deseos del “Divino”, violando
su derecho a la gloria eterna en el altar de la patria. Veremos con que
intentan sorprendernos más adelante.
El implacable e
inmisericorde bombardeo mediático de propaganda gubernamental, al que nos vemos
sometidos cotidianamente los ciudadanos, no será suficiente para arreglar la
abollada figura del “líder”, esa ya no la arregla ni el mejor chapero.
¿Es el voto nulo
anti-democrático? De ninguna manera, es un derecho constitucional, una forma de
protestar y de quitarle legitimidad a un proceso lleno de chanchullos y de
vicios desde sus inicios. También es una advertencia de que la paciencia y la
tolerancia del pueblo tiene un límite, y en algunos casos ya se ha sobrepasado
ese límite. Así que es mejor que el “insustituible” vaya pensando en ser
sustituido, si no quiere terminar como alguno de sus amiguetes. ¡Tras
las rejas!
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De INMEDIACIONES, 16/11/2017
los a-morales o in-morales ácratas masistas
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