Los ceibos
definen a Independencia, tierra de indomables guerrilleros, de bosques
neblinosos y de montañas agrestes. En todo el valle cochabambino, el noble
molle campea a sus anchas, menos en los alejados valles palqueños. Por una
extraña razón, la madre naturaleza ha dispuesto que ese lugar sea ocupado por
los chilijchis de copa colorada. Centenarios eucaliptos, perfumosos
cipreses y aletargados sauces llorones bañan el municipio más verdoso del
departamento de Cochabamba, sin contar el trópico. Sin embargo, tanto verde
puede llegar a abrumar, como el mar desierto azul. Es entonces que los ceibos
ponen el color. Y la vida cambia de matiz para huirle a la monotonía.
A pocos pasos del
pueblo mismo, una ancestral figura de barbas pobladas da la bienvenida a los
viajeros, hijos pródigos desperdigados por el mundo que retornan al seno y
forasteros de incierto caminar. A dos palmos del puente de piedra que salva el
río Palca, se yergue el señorial ceibo que vigila el sueño de sus habitantes.
Testigo mudo de obligados pasos de mulos y caballos cargadores de maíz y otros
granos, de juguetonas pastorcillas que a una sola mirada cuentan sus ovejas, de
incontables paseos de parejas enamoradas, observador del paso veloz de
ciclistas y otras almas rodantes; como un quieto calendario va destapando los
folios del tiempo. Su cambiante estampa anuncia las estaciones: de brazos
desnudos cuando arrecia el invierno, de coqueto rojo semblante cuando llega la
primavera, de amarillo de orquídea cuando se asienta el verano con sus copiosas
lluvias, de hojas que huyen en canciones de ventarrón otoñal.
Así es nuestro
árbol emblema, recio chilijchi que en sus barbas, alguien dice, se conservan
antiguas historias. Como imperturbable guardián de generaciones, ha visto el ir
y venir de la vida. El río que acaricia sus raíces, puede dar fe de ello.
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P.D. Mi tío
abuelo Federico, veterano de la campaña del Chaco y un poco poeta el hombre,
nos dejó este primoroso legado, transformado en canción. En quechua, la misk’i simi, la más dulce
de las lenguas.
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De EL PERRO ROJO
(blog del autor), 01/11/2017
hermosa elegía a la nobleza de un ceibo !!!
ReplyDeletePondré una serie de textos de este tipo que José ha escrito. Muy buenos.
DeleteTuve la dicha de conocer tan señorial y majestuoso guardian de Independencia, tierra de mis suegros.
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