ROBERTO NAVIA GABRIEL
Luis Arce Gómez
está sentado en una silla de ruedas en el único patio que hay en el bloque A de
la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro. El exministro del interior de la
dictadura militar de 1980-1981 está tomando el sol tibio del altiplano, chupa un
helado y dice que ya está por cumplir 80 años, 14 de ellos en una cárcel de
Estados Unidos por delitos de narcotráfico y, desde julio de 2009, vive tras
las rejas en Bolivia pagando una condena de 30 años por varios delitos, entre
ellos, por el asesinato a Marcelo Quiroga Santa Cruz, Carlos Flores Bedregal y
Gualberto Vega, la masacre de la calle Harrington, los delitos en contra de la
Constitución Política del Estado y varios otros de orden económico en contra
del patrimonio público durante la dictadura militar de Luis García Meza, que
también fue sentenciado a esa pena máxima sin derecho a indulto.
Luis Arce Gómez,
desde la palestra que le daba su ministerio de dictadura, dijo algo que se
convirtió en inmortal: “Todos aquellos elementos que contravengan al decreto
ley tienen que andar con su testamento bajo el brazo, porque vamos a ser
taxativos, no va a haber perdón”.
Muchos años
después, el perdón que él buscó en Bolivia fue pedir que le cambien la cárcel
por una casa. A cambio quiso negociar información: decir dónde están enterrados
los restos del líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, que fue asesinado
el mismo 17 de julio de 1980 cuando Luis García Meza tomó la Presidencia de
Bolivia con un golpe militar.
Arce Gómez habita
la celda estrecha 209 de Chonchocoro, una especie de cueva que comparte
con un preso brasileño y otro boliviano. Ya no está a cargo de la biblioteca
del penal y se distrae viendo una tele que tiene al lado de su cama. Desde este
desierto altiplánico, dice que vive de una jubilación de Bs 2.000, que se
cocina porque la comida del penal tiene mucha grasa y que de vez en cuando van
a visitarlo sus hijos y alguno que otro militar.
¿Puedo
entrevistarlo?
Sí, claro que sí.
Primero quiero decirle que Luis García Meza fue un mal presidente. No se dedicó
a gobernar Bolivia, sino a disfrutar la vida loca, a hacer fiestas. Vivía de
fiesta en fiesta que él organizaba y le gustaba contratar a prostitutas, a muchas
mujeres para que amenicen sus diversiones con música y alcohol. No dejó ningún
legado, ningún trabajo con el que se le recuerde bien. Ahora, también es cierto
que no estuvo mucho tiempo en el poder (17 de julio de 1980 hasta su renuncia
del 4 de agosto de 1981).
¿Usted iba a
sus fiestas?
No me llevaba
bien con él ni él conmigo.
Pero el
destino hizo que ambos hayan sido sentenciados a 30 años de cárcel sin derecho
a indulto por delitos de lesa humanidad y a pagar la culpa en la misma cárcel,
en Chonchocoro de La Paz. ¿Cómo conviven dos enemigos en la misma cárcel?
No está en la
cárcel. Solo en teoría está tras las rejas. Es mentira que García Meza está
preso y en Chonchocoro. Él vive en el Hospital Militar de Cossmil de la ciudad
de La Paz. Los militares lo protegen y le han dado ese privilegio, de que
cumpla su condena fuera de la cárcel. Ahora, es verdad que está enfermo,
pero yo me pregunto, ¿por qué él puede ser tratado afuera y yo no? Yo también
estoy enfermo, tengo diabetes tipo 2 y problemas en las piernas. Como me ve,
paso varias horas del día en una silla de ruedas y no tengo un seguro médico
como el que él goza. Yo aquí soy uno más de los presos.
Solo una vez nos
vimos las caras aquí. Fue en una audiencia. Esa vez no solo que no nos
saludamos, sino que tampoco nos miramos. Peor darnos la mano o dirigirnos la
palabra.
Entonces, si
no eran amigos, ¿cómo es que lo hizo su ministro del Interior?
Él no fue el que
me hizo ministro. Quienes me promovieron para ministro del Interior fueron los
militares. Yo era una cuota de los militares que hicieron la revolución (así
llama él al golpe de Estado que el 17 de julio de 1980 derrocó a la presidenta
constitucional interina Lidia Guéiler Tejada). Fue mi curso el que encabezó
todo eso.
Si usted
tampoco lo quería a Luis García Meza, ¿por qué lo hicieron presidente a él?
Porque le
correspondía por su jerarquía en aquel año y por su antigüedad. Me acuerdo que
una vez el general Hugo Banzer me dijo: “Vos debiste haber sido nombrado
presidente, no ese boludo de García Meza”. Banzer tampoco lo quería.
¿Me puede dar
detalle de por qué usted no quiere a Luis García Meza?
Ahora porque se
niega de todo lo que pasó en su presidencia y me echa toda la culpa a mí. No es
valiente para aceptar sus responsabilidades. Quiero que el país sepa que yo le
entregaba los partes, que eran los informes diarios que como ministro del
Interior le hacía llegar personalmente cada día. Y él me los firmaba después de
leerlos. Le daba su visto bueno para su ejecución o aceptación por las cosas que
se hayan hecho en cada jornada.
¿Esos informes
forman parte de los documentos clasificados que el Gobierno de Evo Morales
autorizó para su desclasificación?, ¿usted está de acuerdo en que deben ser
revelados?
Yo soy el que más
está de acuerdo con que esos documentos salgan a la luz, porque así Luis García
Meza no me podrá echar la culpa a mí ni tratará de lavarse las manos. Pero lo
raro es que esos papeles, según las FFAA, ya no existen, han desaparecido, no
están. ¿Cómo es posible que eso haya ocurrido?, ¿quiénes son los interesados
para que eso ocurra? Yo quiero que encuentren esos informes porque yo sé que
existieron. En un gobierno militar era una regla que se presente de manera
escrita todo lo que se hacía cada día.
¿Qué intereses
cree que hicieron desaparecer esos documentos, si es verdad que han
desaparecido?
No lo sé. No
sabemos si de verdad han desaparecido y si es así, tampoco se sabe cuándo
fueron extraídos de los archivos de las FFAA. Ahora, voy a decir algo que puede
ser muy delicado y revelador. Durante el gobierno de Luis García Meza
recibíamos el apoyo y la fuerza de muchas personas jóvenes que apuntaban a
convertirse en líderes políticos. Muchas de ellas ahora forman parte de cargos
jerárquicos del gobierno del MAS. Pero no voy a decir nombres porque eso sería
muy peligroso para mí. Pero yo sé bien quiénes son. Es curioso, esos que ahora
son de un gobierno de izquierda, aquel año apoyaban a un gobierno de
derecha.
Durante su
gobierno se registró derramamiento de sangre y el caso más emblemático es el
asesinato a Marcelo Quiroga Santa Cruz y la desaparición de su cuerpo. ¿Usted
lo mandó matar?
El que lo mandó
matar fue el general Hugo Banzer Suárez. Tenía motivos para hacerlo porque
Quiroga Santa Cruz le estaba abordando un juicio de responsabilidades por
delitos que se le acusaban en su gobierno militar (1971-1978). El mismo Banzer
me lo dijo.
¿Dónde están
los restos de Marcelo?
Yo hice una
propuesta al gobierno de Bolivia, de que me comprometía a revelar dónde están
enterrados los restos de Quiroga Santa Cruz a cambio de que me den un
beneficio: casa por cárcel. Es decir, que me permitan cumplir mi condena en una
casa. Rechazaron mi oferta aduciendo que la justicia boliviana no se
mercantiliza. Yo me río de eso, porque la justicia boliviana es una de las más
mercantiles que existen.
¿Pero de
verdad usted sabe dónde está enterrado Marcelo?
Sí, lo sé. Ya
dije que está enterrado en la hacienda que tenía Banzer en San Javier (Santa
Cruz), pero no dije el lugar preciso. Yo lo sé porque fue el mismo Banzer que
me lo dijo. Me acuerdo cuando lo visité en su hacienda y me dijo: “A este
carajo que quiso hacerme un juicio lo tengo enterrado aquí mismo, está bajo mis
pies”. Y me apuntó el lugar.
¿Cómo puede
estar usted seguro de que Banzer no le mintió?
Me acuerdo que
ese mismo día que mataron a Marcelo Quiroga, Banzer me llamó desde Santa Cruz a
La Paz diciéndome que estaba enviando una avioneta para que yo le envíe en ella
el cuerpo de Marcelo. La avioneta aterrizó en la pista militar de La Paz, coloqué
los restos de Quiroga Santa Cruz en una caja de latón (hecho de una aleación de
cobre y zinc), lo hice subir a la nave y lo despaché tal como me lo pidió
Banzer. Y yo le creí al general cuando me dijo que lo había enterrado en su
hacienda, porque no hay que olvidar que en su hacienda, operaba una pista
donde podían aterrizar avionetas.
Ahora, lo que yo
ya no sé es si Banzer pudo haber sacado el cuerpo de su hacienda durante los
años de su gobierno democrático (1997-2001). Banzer no era tonto.
¿Está
arrepentido de algo?
No ha valido la
pena ser ministro. Solo estuve siete meses como ministro y no ha valido la
pena. He perdido a mi familia, me he divorciado y no he acompañado en su
crecimiento a mis ocho hijos. No los he visto crecer.
Se le decía a
usted que era el ministro de la cocaína. ¿Hizo dinero en su Gobierno?
Yo vivía en la
casa de mi madre en Santa Cruz y ahora no tengo casa. Vivo con una jubilación
de Bs 2.000, siendo que aporté mucho cuando era militar activo. Con ese dinero
vivo y me compro mis remedios y me cocino porque la comida de la cárcel tiene
mucha grasa y me hace daño. De vez en cuando me vienen a visitar mis hijos,
porque la mayoría de ellos vive en el exterior. También me vienen a visitar
algunos militares amigos que aún me quedan. Los del hospital Militar no me
quieren.
¿Cómo vive en
la cárcel? ¿Qué necesidades tiene?
Vivo como me ve.
En una celda pequeña. Tengo de compañeros de cuarto a un brasileño y a un
boliviano. Por mi edad, ya no puedo hacer deporte, pero puedo ver televisión y
leer y así me distraigo. Ya no estoy a cargo de la biblioteca del penal, hace
poco se la pasé a un muchacho para que haga ese trabajo.
Luis García Meza
y usted, junto a otros seis exmilitares de la dictadura, fueron condenados por
el Tribunal de Roma a cadena perpetua por la muerte de una veintena de
italo-latinoamericanos en la época del Plan Cóndor y también se anunció que lo
quieren extraditar a Italia para que vaya a cumplir su condena, ¿qué dice de
ello?
Yo puedo ir a
Italia si me extraditan, pero en nuestro Gobierno no se mató a italianos.
¿Quién hizo
matar al padre Luis Espinal? Lo mataron cuatro meses antes de que usted sea
ministro, pero cuando lo asesinaron usted era parte de Inteligencia de las
Fuerzas Armadas. ¿Usted lo mandó matar?
No. Fueron otros,
gente que se enteró de que Luis Espinal iba a publicar algo en contra en el
periódico que él dirigía (el semanario Aquí).
Luis Arce Gómez
habla despacio, con una voz natural de anciano. El patio donde está ahora
también funciona como una cancha de fulbito. Pero a esta hora de la tarde nadie
está jugando. El exministro que nació en Lagunillas, Santa Cruz, en 1938, nunca
pudo aprovechar el único lugar recreativo de la cárcel porque cuando llegó a
Chonchocoro en 2009 ya tenía varios achaques de la edad. Para no aburrirse mira
la tele o escucha la radio, toma un helado o conversa con otros reos. Y cuando
el sol empieza a meterse en su escondite y el frío vuelve a gobernar en el
altiplano, se levanta de su silla de ruedas y la empuja despacio, cruza la
puerta del pabellón y dobla a la derecha y avanza por un pasillo a cuyos
costados están las celdas. La de él se encuentra al rincón y camina hacia ella
de memoria y adentro de ella las bajas temperaturas no entran. En la pared
cuelgan fotos de él, de sus seres queridos. Hay un almanaque que le
recuerda que el tiempo no se detiene y que también tiene el capricho de pasar
lentamente.
_____
De EL DEBER
(Santa Cruz de la Sierra), 05/11/2017
"En boca del mentiroso, todo se pone dudoso"; decía mi sabia abuela...
ReplyDeleteDÓNDE ESTÁ MARCELO
ReplyDeleteAutor: Luis Rico.
Atrás de las fortísimas columnas
En medio de curules sobornados
Buscando estoy a Marcelo inhabitado
Con la misma persistencia testaruda.
El ojo dictador puso en la mira
Trayecto proyectil milimetrado
La orden superior a los soldados
Reprimir a nuestra gente dolorida.
Marcelo cayó herido en las columnas
Columna vertebral de los obreros
Donde el p´ijchu vital de los mineros
Se dispone a derrocar las dictaduras.
Lo llevaron al cuartel de las infamias
Al infierno inmoral de uniformados
Y después de escribir nuestro calvario
Toda huella fue borrada sin batalla.
Marcelo puede estar en las palabras
De la vieja reunión de intelectuales
En la plaza de barrios marginales
Donde nunca perderemos la esperanza.
Dónde está Marcelo el compañero
Se fue con la Bolivia esperanzada
Hoy estamos otra vez en barricadas
Por Marcelo somos todos semilleros.
luisricocantautor@gmail.com
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