Saturday, March 31, 2018

SOBRE LOS KJARKAS

RAMÓN ROCHA MONROY

Esto va en serio: Los Kjarkas nos libertaron de cantar solo zambas argentinas e incluso nos enseñaron a pronunciar la "ere" como lo hacemos siempre, como "erre", y no como "erwe", que le gusta tanto a algunos sectores de clase media. Ellos explotaron el folklore nacional desde chiquitos y hoy tooodos los solistas folkloristas cantan como Elmer Hermosa. Un buen amigo dice que Los Kjarkas se terminaron con Ulises, enormísimo, pero también autor de una letra que decía: Voy a cantarte hoy mi triste pena...Una amiga me preguntó si había penas alegres. Y es cierto. No vamos a hallar aquí grandes contribuciones a la poética en español, pero y es que el corazón es como un ave de cristal, y otras, son muy buenas imágenes. Hoy nos presentan Cara Bonita, que tiene un ritmo contagiante y seductor y con letra muy sencilla, como las letras que suelen hacer los compositores del bronce, que no tienen mucho refinamiento, significan poco en términos poéticos y no son material de análisis de discurso. NO significan salvo prejuicios que nos vienen de muy atrás, como la sociedad patriarcal y el machismo. Pero Los Kjarkas supieron fundir la letra romántica con el ritmo ancestral; de ahí su éxito. Véase, por ejemplo, Munasqetay, ¿no es una gran canción? En cuanto a las letras, Merceditas, un gran éxito, tiene una letra desabrida como la siguiente: "Pero a pesar del tiempo transcurrido, Merceditas". Solo le faltaría decir: No obstante lo cual, o Ello no obstante, dos prosaísmos imperdonables en poética. Sin embargo, la cantas y suena muy bien.

La preguntita del millón no es motivo de polémica sino de introspección: que cada una y uno se la hagan en silencio: En esta condena a Los Kjarkas, ¿no habrá factores políticos? ¿Habrían insistido algunas y algunos si ellos tuvieran contrato con el MNR? Pero ahora que el MAS apostó por ellos???

_____
Fotografía: Charango sirena (Cusco)

Continente sumergido

PATXI IRURZUN

El hombre-pez de Liérganes, según cuenta el Padre Benito Jerónimo Feijoo en su Teatro crítico universal,  desapareció un día del año del señor de 1674 mientras nadaba en la ría de Bilbao y cinco años más tarde fue atrapado en la bahía de Cádiz. Los pescadores que lo atrajeron hasta sus redes lanzándole trozos de pan lo tomaron por un tritón, un ser mitológico mitad humano-mitad pez, pues tenía el cuerpo cubierto de escamas, hasta que pronunció balbuceante una sola palabra: el nombre de su pueblo natal, Liérganes. Llevado hasta esta localidad cántabra, el hombre-pez se dirigió por su propio pie hasta su casa, donde su madre y sus hermanos, que lo daban por muerto, lo reconocieron alborozados y entre ellos vivió apáticamente, sin mostrar interés por nada humano y terrestre, nueve años más, al cabo de los cuales volvió a desaparecer, sumergido en las aguas del misterio, pues nunca volvió a saberse de él.

¿Qué sucedió durante esos cinco años en que Francisco de la Vega Casar,  que así se llamaba este portentoso nadador, permaneció desaparecido? ¿Se convirtió en un habitante de la Atlántida, el misterioso continente sumergido, del que durante siglos no hemos sabido nada hasta que dibujaron a Bob Esponja?  ¿Regresó a él al cabo de esos otros nueve años?… La respuesta quizás sea más mundana y, seguramente, el hombre-pez estuvo vagabundeando por toda la península durante años, durmiendo a la intemperie y comiendo a salto de mata, gracias a la caridad y los pequeños hurtos. Las escamas de su piel serían consecuencia de una enfermedad cutánea, fruto de la mala alimentación y la falta de higiene y casi con toda certeza, como sucede a menudo con quienes viven en la calle, sufriría alguna enfermedad mental. De su vida anterior lo único que habría salvado sería el hábito y el gusto por la natación y practicándolo habría sido como cayera en las redes de los arrantzales gaditanos.

Las leyendas tienden a embellecer o maquillar los granos de la realidad (por ejemplo, ¿de verdad a Fidel Castro lo intentó matar la CIA seiscientas veces? Pues entonces o el comandante era el supercomandante o menudos paquetes los de la CIA…) y del mismo modo tampoco hoy existe una Atlántida neoliberal habitada por felices parados de larga duración que se mueven durante lustros como peces bajo el agua de las ayudas sociales o por sintechos que se alimentan con platos precocinados que cuelgan de las ramas de árboles submarinos.

La realidad es mucho más hiriente y palpable y existe, efectivamente, ese continente sumergido, pero es bien distinto; un continente oculto pero real en el que, tal y como relataba en su Facebook hace poco el periodista Emilio Silva, algunos chavales almuerzan “bocadillos solidarios”: bocatas que recogen, discreta y gratuitamente, en cafeterías de institutos y que se sufragan con aportaciones de profesores y asociaciones; chavales que solo se duchan con agua caliente después de las clases de gimnasia; una “generación plato único” —como la bautizamos aquí hace tiempo—que tiene que hacer sus deberes con forros polares y a la que solo hace visible las llamas de los contenedores. Modernos tritones, lamias chapoteantes en la charca cenagosa de la precariedad, que durante las vacaciones de semana santa se van a quedar sin almuerzo y tendrán que buscar trozos de pan mojado en un mar de incertidumbre y desigualdad.

_____
De INMEDIACIONES, 23/03/2018

Hablemos del gobierno

PAZ MARTÍNEZ

Pese a lo que pueda parecer, no tengo intención de hacer un discurso incendiario o mostrar erudición alguna sobre política nacional, internacional o zarandajas varias. Soy de las que caminan y pagan impuestos -se me rompen las botas solas- Soy de las que va al súper más barato y controla gastos para llegar a fin de mes. Tan sólo, estoy harta.

Me cansa, me agota, me cabrea, me duelen las vísceras al escuchar que este, otro o el de más allá gobiernos del mundo van a hacer no sé qué por la población. Creo que, a estas alturas del partido, ninguno deberíamos esperar nada de ellos. Y no es que sea más lista que nadie, es la tozudez del ladrillo. Ya lo dijo el maraviglioso del Kennedy, aquel al que hicieron santo tras asesinarlo: “No preguntes qué puede hacer el país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por él”. ¿Alguien lo quiere más claro?

Estamos exhaustos de escuchar promesas y ver resultados. Agotados de creer tener la miel en los labios y no llegue, de esperanzas vanas, de buenos para nada, de que nada cambie por los siglos de los siglos. Amén. Yo, por lo menos, ya ni me escandalizo de la chulería, de la necedad, de la impertinencia y asquerosidad del poder, aunque sí me duela nuestro infantilismo.

Supimos pronto que había algo más fuerte e importante que nosotros: la naturaleza y nos agrupamos para sobrevivir. Luego nos dimos normas, elegimos a los más capacitados, a los más espabilados para negociar, que hablasen en nuestro nombre, de la misma forma que confiamos en el médico para que nos cure, en el profesor para que nos enseñe o en la costurera para que nos vista. Cambiamos el trueque por la moneda, el campo por la ciudad, la vida por el trabajo. Ya estábamos perdiendo, sin saberlo. O tal vez sí lo sabíamos pero no importaba perder si lo conseguido compensaba. Llega un momento en que ya nada puede compensar el abuso, el ninguneo, el despotismo, la manipulación. Me he hartado de que un estamento sea más importante que quienes lo componen, que un estado sea más importante que sus habitantes. Llegará el momento en que el territorio sea un páramo o alguien dragará el océano de cadáveres porque no pueden circular las mercancías. Perdimos el partido. Dicen algunos que con la caída del muro de Berlín, cuando la URSS dejó de existir. Yo creo que lo perdimos mucho antes, que aquellos eran más de lo mismo pero teníamos la esperanza de que no. Nos vendieron que el pueblo unido jamás será vencido. Creímos pero, ¡ay!, se nos adelantaron creando un mundo global. Se unieron, ellos, los del poder, los que nos venden cristalitos a precio de oro, los que decían que el trabajo nos hacía libres y no esclavos, los que soflamaban justicia para todos y nos ponían coches, casas, lujos alcanzables a un módico precio para dejar de llamarnos pobres y ser clase media. Y en la medianía nos quedamos. Tragando mierda, eso sí, pero medianamente. Y comenzamos a lerdear, a decir “ay, pobre gente” a aquellos que veíamos por la tele y creíamos estaban peor que nosotros. Ilusos, buenos, creyentes, tontos… póngase ustedes el calificativo. Y nos venden la democracia como panacea, que todos somos iguales en el mundo, que cuentan contigo para formar un espacio mejor, más justo, más seguro… Estoy cansada de tanta venta. No tengo manos, dinero, vida para tanto oprobio, para tanta cosa.

He comenzado a verlos, a los distintos gobiernos, como los extras de alguna película  esperando hacer méritos para que les den una escena con frase. Un puestito, que poner el careto cuatro años seguidos bien lo merece ¿no? Y ya no hablemos de los demócratas de por vida, de los partidos y  los partidarios. Y se visten de pana, de comprensión, de ti, de pájaro carpintero para salir en los papeles. Y se dicen de izquierdas o derechas, que no sé qué de la transparencia… como si el dinero tuviese ideología, como si el capital fuese a repartirse, como si fuese solidario, igualitario, transparente. Si conociéramos su cara, podríamos actuar, y lo saben.Y se reúnen para ver cuándo se reunirán para discutir la reunión que tendrá lugar cuando se reúnan por segunda vez por el problema del hambre. Y así, entre reunión y reunión, se acaba el hambre por incomparecencia del muerto. Que somos más de lo productivo. Y tras la reunión llegan a acuerdos y hacen proclamas y se dan las manos y firman tratados y se comprometen a cumplir lo que saben incumplirán y ven a la cámara y nos lo cuentan. Y crean organismos y organismos y más organismos que se encarguen de que se cumpla lo que se incumple, que tampoco se cumple con el organismo y que ni el organismo cumple. Y pagamos impuestos  y más y más para mantener los organismos que organizarán como vamos a pagar impuestos. Y acabarán con los paraísos fiscales mientras los rellenan de pasta, con las guerras mientras la industria crece y venden los excedentes a los muertos de hambre. ¡Qué más dará, si ya están muertos! Acabarán con la enfermedad y las epidemias mientras se blindan a las farmacéuticas y la luz y el agua y los alimentos y la tierra y la luna y, ahora, ya nos venden viajes a Marte. Nos dicen que cuidado con el vecino, que es más pobre que tú, que viste raro y es más claro u oscuro o vietnamita o con tres pies, y nada tiene que perder. Que la cultura está en peligro, que tu modo de vida tradicional terminará, que más vale malo conocido que bueno por conocer. Pero, aunque sepas que el vecino se ha muerto hace dos años, tiene hijos, amigos, primos, una esposa o dos, que esa gente era muy rara y ya se sabe o no, pero qué más dará. Siempre es bueno temer a algo ¿no? Y venga leyes, y venga policía, y venga blindajes y Charlies Hebdos que somos todos, pero no siempre.

He llegado al punto de no retorno: ni espero ni quiero ni participo de nada que tenga su tufillo. Si pudiese, me daría de baja para convertirme en apátrida. Ni a eso tengo derecho: a no existir.

Dirán que es una tristeza ser un descreído, que si no participas no tienes derecho a decir, a pensar, a criticar. Lo siento, nací con boca, cerebro y un problema en el cuello que me lo deja bien tieso. Me dedicaré a mis viejis, a mis niños, a mis clases, a mis viajes y tonterías. Seguiré dedicándome a lo que me den las manos, los ojos, las ganas, porque sé que es la única manera de lograr algo: la solidaridad con el hijo y las ocho esposas del vecino muerto. Que si algún día necesito una mano, vendrá de ahí y no de otro sitio. Y si no llega, me da igual porque sigo esperando morir a los 180 y ruego para que me dejen en paz, que me olviden porque, dice la ONU, que hoy es el día internacional de la felicidad y motivos, me sobran.

_____
De INMEDIACIONES, 29/03/2018

Imagen: Ilustración de Max Hunziker (1901-1976) para Simplicius Simplicissimus (Zurich, 1945)

Friday, March 30, 2018

Entre montañas, valles (y graznidos) yo he nacido


ACHILLE SC

Elmer Hermosa y su hermano Gonzalo, cantan como dos petardos. Más gracia producen a las orejas los naturales conciertos que regalan urracas y cuervos, pero ahí siguen estos dos bien inspirados y bullangueros hermanitos: llenando sin pausa estadios y teatros. Década tras década. Timando, dispersando por el globo van (junto a  su estridente zampoñero y ocasional "vocalista") sus brutales desacordes y escatológicas letras; bien amparados bajo el demasiado permisivo género de la mítica "música folklórica andina de alto nivel"… Ciertamente, los graznidos de estos insufribles sujetos se conocen y aplauden en casi todo el mundo. ¡Si hasta las cacarean en emocionado japonés!  Y ver a un nipón presenciar sus conciertos, ya es una historia aparte.

Sip. Así es. Hoy los azotes son para "Los Kjarkas". Los sumos "embajadores" del folklore boliviano... La más famosa y mundialmente aclamada de sus bandas folk. ¿Mundialmente aclamada? Sí. Porque dondequiera sus graznidos se sucedan, multitudes de extasiados sordos a su vez graznarán para ellos y ovacionarán largamente.

Que me lluevan los nacionalismos hardcore y los putazos pues.
 

En 1965, los valles cochabambinos sufrieron los primeros graznidos de éste folklore de "alto nivel". Desde entonces, y por toda Bolivia, no han parado de graznar los decibelios. Graznan también los hermanitos Petardo en América, en Europa, en Asia y Oceanía. Viven de sus graznidos y viven bien. Cosa última que no me molesta en absoluto, porque no soy yo quien paga -ni pagaría nunca- por sufrir graznidos y graznar en vivo. Demostrado ya está que Bolivia es un país de mitos. Y que semejante patraña "folk" sea hoy otro valioso mito entre la chusma, otra alucinación colectiva y negocio redondo en Bolivia, es pues exclusivo mérito de los hermanitos Petardo. Y si ese es de ellos su mejor talento, pues venga y pase. Bien ya lo sabemos: No es más culpable el que engaña, que aquel que se deja engañar.

En sus orígenes, los hermanitos Hermosa timaban modestamente en modestas tarimas de centro y suramérica. Pero en 1989, los bendijo un golpe afortunado de plagio a su inefable canción "Llorando se fue". Eso los volvió, de la noche a la mañana, millonarios y universalmente famosos. La más famosa de las calientes lambadas así, en un generoso tris tras, les cambiaría la vida y les pintaba de bonito verde las cuentas... Pero con los graznidos no pasó nada, ningún acústico cambio ni milagrosa mejora se produjo en ellos. Tan inclementes como ayer siguen sus bodrios hoy. O incluso peor... 

Es que dios es nomás, un siniestro y estrepitoso hijo de puta.

Con el plagio de la franco-brasileña Kaoma y su pegajosa lambada"Chorando se foi", se multiplicaron por cien las lujurias en el mundo. Y con la justa indemnización y regalías por los derechos de autor, se multiplicó también por cien, la lujuria en los hermanitos Petardo. De prolíficos compositores, los Kjarkas pasaron a ser -gracias a la magia de los verdes millones, claro- unos muy ardientes sementales y prolíficos progenitores. Sin pausa ni clemencia, fornicaron y fornicaron por doquier... Y fornicantodavía. 

Con las minúsculas tangas, los insondables designios del libidinoso Señor confirmaron su diabólica naturaleza. Con la soltura de aquellos hermosos, meneantes y esbeltos culos (de malignas brasileñas bailando lambada) se desataron también los incansables Kjarka-conejos (los sátiros y fértiles indiecitos latinos folk). Gracias a los itinerantes hermanitos Petardo, el mundo volvió de repente a ser una feliz Sodoma y Gomorra: Cholas, chotas, trolos, chinas, travas y gringas acudían para adorarlos, a diestra y siniestra. Todas desfilaban aullando como devotas groupies; y se sucedieron coliflores, matriquis, anginas, chancros, coitos y engendros a un ritmo infernal...Tantos engendros como tantas cópulas  interprovinciales, inter-raciales e intercontinentales, siguieron a esa febril lluvia de dólares post-plagio. Y también divorcios, claro.

Salvajes sí, pero no buenos, resultaron ser los choleros indiecitos latinos... Porque desfilaron luego plañideras las incalculeables mujeres engañadas. Y aparecieron legiones de bastardos como quejas y demandas formales de muy alegres ch'otojs de certera autoría venérea pero sistemáticamente negada por los fogosos hermanitos Petardo (paternidad irresponsable, in vox populi)... Travesuras propias de los "Choling Stones" se comentaba entonces en los antros y en otros foros igualmente cultos y bien informados. Así surgió la triste versión "bolivian folk" de los igualmente díscolos y longevos Rolling Stones…

Pero al final, y a pesar de todo, salió nomás en los aviesos hermanitos Petardo el dadivoso y coplero espíritu que caracteriza a todo digno Tiroloco McCoy cochabambino: "los kjarka conejos tienen buena talla, hasta los ojitos alumbran la calle.. Después del gusto, te paso pensiones",cantaron ellos en los estrados. Y fue así, que artísticamente se zanjaron los problemas judiciales con las groupies caídas en desgracia. Definitivamente, el señor nuestro dios, es un pibe pendejo jugando a los dados, a las coplas y a las tangas, claro. 

Y fue también, coincidentemente, a partir de aquella endemoniada lambada que la cursi/sensiblería folklórica -y el inicial tinte romanticón- de tan adorables indiecitos latinos, mutaría luego (fiel y progresivamente), hasta materializarse en unas insuperables (por chabacanas) baladas. Hasta el día en que murió Ulises Hermosa (el principal y más sensible compositor de los hermanitos Petardo), podía dársele a la sonora pandilla algún mérito. "Poético", digamos; aunque sepamos bien que esa cursilería y basura sensible (como es la poesía en general) es cosa de maricas y para maricones. Y pese a que intentó resistirse a los celestiales designios, al cariñoso de Ulises se lo llevó nomas el Altísimo en 1992 para que le toque el arpa y le recite amorosos poemas -a él y a sus angelitos- en los maricones cielos.

A veces, el Maligno también nos bendice infinitamente con sus obras. 

Y bueno, una vez muerto el inspirado poeta, bien muerta quedó también la inspiración más o menos "decorosa" en el negocio familiar. De pronto, las graznadas canciones ya no hablaron más de "Way ya ya yay... entre montañas valles yo he nacido.. wa ya ya yay", ni de la "pequeña aymarita cuyo silencio es la noche", ni de "querer verse en los sueños de la muchacha de ojos tristes que juega con la brisa y así vivir abrazado a su alma hasta que el tiempo los lleve a su fin" ni mucho menos de una "florcita azul que lleva la vida en su perfume". No. Ya no.La mejor inspiración se les fue a la mierda. O a los cielos, bah… da igual. 

Muerto el poeta, desatados quedaron los más borrachos y fornicarios conejos. Los graznidos ahora, por fin cultivarían (si así puede decirse) una deliciosa, muy metafórica y escatológica porno-poesía. Como ésta: "era un pajarito que nacido para cantar, aprendió a rezar", o ésta perla: "hagamos el amor para que crezca el sentimiento y para evitar las discusiones", y ésta otra: "a los hombres no hay que juzgarlos por el celofán con que los envuelven". O ésta de la groupie cholita aquella y que a voz en cuello grazna Gonzalito: "era morena y muy bella, andaba loco por ella, atado a su pollera..." Y así, otras muchas similares horrendas huevadas como esa otra joya soberbiamente titulada "el líder de los humildes", en la que nuevamente Gonzalito, como todo un juglar revolucionario, graznó junto al boludo argentino Piero, algo como "un día salió el hombre en busca de libertad, alzando contra el imperio a los pobres del lugar el mundo quiso cambiar, luchando contra un sistema que quisieron derrumbar..." Carajo! Como venprosa y rima perfectas. Y la voz, insuperable...  Arte puro, arte de mierda. Y la cereza en la torta: aquella piecita fue dedicada con amor de extasiado marica revolucionario (¡cuando no!), al célebre loquito y planetario redentor de mentecatos Che Guevara. Sí, sí, el mismo chiflado marica-marxista que vino a matar alegremente bolivianos en suelo boliviano.
¡Puta que tras Ulises Hermosa, acabaron diabólicamente desatados los conejos más cojudos..!
Pero entre todos los hermanitos graznantes, brillaba más uno: Elmer Hermosa, el propio. De lejos -aún hasta hoy-, el más inspirado cojudo entre los cojudos conejos Petardo. Es que el señor nos bendice incansable con sus insondables obras... 

Infatigable playboy Tiroloco McCoy desde el bienaventurado plagio, Elmer resultó ser también el hermanito Petardo más mimado por las cachondas groupies. Joven, lozano y con una frondosa greña de loverboy andino, el prolífico Elmer se tiraba a todo lo que se movía o parecía mujer. Abrazado a su charangote y meneando -para enloquecer aún más a sus variadas groupies- su larga y negra cabellera, Elmer vivió sus mejores y largos años de gloria. Pero hasta los felices años pasan raudos, envejeciendo cruelmente a todos, sean ricos o pobres, sin ninguna misericordia. Y hoy, quizá ya tan viejo como Mathusalem, este indescriptible individuo intenta burlar a los años apareciendo cada día más juvenil y más chic que el mismísimo Davichito Beckham…

En obvia y lamentable negación de su triste fase de ineluctable debacle, el todavía lujurioso Elmer quiere irradiar juventud y energía para sus groupies vistiendo como viste un cachondo mozalbete quinceañero. "Viejo es aquel que se siente y viste como un viejo", parece querer decirnos éste otro estropeado fantoche mientras exhibe un vestuario y accesorios de teenager... 

De un travieso Choling Stone, Elmercito pasó a ser una barata versión de un no menos estrafalario Julio Iglesias. Un otro típico caso incurable de repentino ricachón con mucha caca en la cabeza. Y de ese tan piterpanesco empeño "anti-aging", en Bolivia existe un otro caso que bien podría hacerle sombra al desesperado Elmer: el inefable diputado masista boliviano Galo Bonifaz. Un grotesco y colorido levantamanos que vistos sus tiernos y maricones colores de vestuario, hasta podría quedar tal vez sin parangón en aquellos estándares (de alta moda fulera y culera) que tanto obsesionan a parecidos mentecatos como Julito Churches y el desahuciado Elmer.

Aunque ya suficientemente viejo, es obvio que el indigesto vocalista líder de Los Kjarkas no aprendió hasta ahora, un carajo de la vida. Como buen solemne e insaciable conejo sigue (o al menos aparenta seguir) el individuo. Infatigable e inmutable se muestra en sus cada vez más duras cruzadas: graznando en peñas, antros, tugurios y cuanto festejo le asegure groupies, polvos y culos donde sembrar escuincles, cosechar gozaderas y hasta colectar sodomitas culeadas, según dicen las malas lenguas. 

Ahí, así está la voz más famosa y patética del "mejor folklore" de Bolivia. Suelto en su libre albedrío todavía anda el mayor "embajador" e inspirado compositor de los folk-fornicarios hermanitos Petardo. Inquieto como k'ita conejo; burlando a la calvicie de su penosa testa con desesperados y frecuentes injertos capilares y jaladitas de jeta que le devuelvan la añorada juventud de hace 30 años. Y es que la ansiedad se le nota a leguas. "Y me dejó, como chicle pegado bajo la mesa, me abandonó por otro mayor que yo... Aunque grité, y di unos golpes sobre la mesa y protesté, no me escuchó...", dicen las alucinógenas letras que Elmer canta verdaderamente acongojado (por una juventud perdida) con sus característicos graznidos a multitudes de fans, idiotas folcloristas, orgullosos bolivianos de "pura cepa" y masoca chusma en general que sin reparar en la mierdosa prosa, invariablemente le aplauden y deliran.
Y a nivel internacional, ni hablar. Los mentecatos bolivianos "for export" y los gringos y gringas amantes del colorido mito del indiecito "buen salvaje" siempre están ahí, haciendo miles y miles de aplaudientes monos y cachondas groupies durante sus quichicientas giras planetarias que los vejetes hermanitos Petardo reportan siempre a su retorno como orgullosos "llenos totales". Esta estridente banda de disfrazados payasos bolivianos cantantes lleva, así, ya más de cuarenta largos años repitiendo sus azotes auditivos a lo largo y ancho del mundo kitsch. Y en Japón, simplemente son dioses. Tan al punto que uno de ellos -Makako Tokasolo Makanas- es tras notable dedicación y esmero musical desde muy niño, el charanguista oficial del grupo. 

Notable, desde luego, es el caso del chino japonés... Porque un verdadero maestro es Makako para las cuerdas. Pero graznar con el resto, gracias a dios nuestro señor que no se lo permiten…

¿Que si son exitosos, y es gracias a su labor y honrado arte que son tan apreciados en todo el mundo? Seguro. Y sin duda alguna que son exitosos como laboriosos... Pero lo de honrados mejor lo dejamos ahí. Su labor no me molesta ni me quita el sueño. Me molestan eso sí, los ribetes artísticos o sacros que eternamente en Bolivia se le otorga a cualquier farsa. Y casi en todo, ojo. Por tanto, el caso de los hermanitos Petardo no escapa a la norma.

En Bolivia, como país, nos jactamos de poseer varios "patrimonios intangibles de la humanidad" y apenas lucimos como pueblo, escasas, casi nulas condiciones para hacer tangible en estos suelos, un mínimo de humanidad civilizada. Bajo esa lógica-culto a la colorida y sonora "tradición", nos identifica a cabalidad la chupa y el festejo eterno. Los bolivianos exportamos un folklore que induce a eso mismo: a la chupa y al festejo doquiera vayamos. Tan solo miren en España, Italia, EEUU y hasta en Suiza: todas sociedades ya infestadas de orondos "bolivianos de pura cepa" organizando bandas, fiestas con virgen, santos, platillos   y fraternidades... Bailes y chupas monumentales. Somos, indudablemente, los más eficientes exportadores de eminentes borrachos y de ruidosas tradiciones "folk". Y justamente así, hace mucho que nuestros migrantes ya hicieron justicia por los cantaleteados 500 años de explotación ibérica: España, hoy está todavía -pese a su grave crisis- literalmente infestada de Chagas sudaca y de una muy singular "alegre peste de festivos bolivianos". Comprensible rey es entonces, el ignaro cocalero en ésta vasta jungla de festivos primates. Si "el mejor estadista hasta la fecha", le dicen al actual estulto. Y lo creemos. Vistas así las cosas, se hizo justicia pues, aquí y en España.  

Retorcidos son los designios y crueles las vendettas del Señor. 

Así es Bolivia, el país de las alegres multitudes y de un muy colorinche folklore que vuelve dioses hasta a miserables cotorras que cantan como cagando. Y esa imagen la encarnan bien los Kjarkas: ruidoso y cabal emblema de un país demasiado elemental. Una mala historia sin (desafortunadamente todavía) un definitivo y feliz final... "Los esperamos en éste concierto y gira del adiós definitivo", invitan tristes los hermanitos Petardo a sus fans cada año en cada gira, y cada año y con nueva gira, vuelven igual los farsantes a presentar sus graznidos... Inmortales como mentirosos. Pero sus fans los adoran igual. Y lo que es peor: también los emulan. Sobran y apestan los muchos "clones" del vocalista de la más solemne vozboliviana... Decenas de Elmers brotan sin pausa como cucarachas, graznando igual de horrendos por toda Bolivia.

Es que no solo a un hermoso, tibio y suave culo de mujer abriga una buena tanga. Debajo también está la peligrosa cloaca, con sus abominables y sonoros petardos en espera de su momento… Solo es cuestión de tiempo; y el tiempo, es inmisericorde como es maléfico el Señor nuestro dios. O que lo niegue Elmer. Prrfff..!!

Diciembre 5, 2013. Al son de la diabólica Lambada de Kaoma y sus hechiceras tangas...


Imágenes:

1. Los felices hermanitos Gonzalo y Elmer Hermosa. Los timadores folklóricos profesionales más famosos de Bolivia, durante uno más de sus conciertos anuales de "despedida" (de su público cochabambino u otra más de sus estafas internacionales, difícil saberlo, porque el gozo en ellos ante los "llenos totales", es siempre el mismo). "Mierda que son pelotudos éstos che!!, pero puta que fue buena idea esa de los "conciertos despedida", hermanito..!", festejan con su manager que a la vez, es el fotógrafo oficial del grupo. "Para vos cojudo, para vos!! Jajaja..", posan sarcásticos para sus fans.

2. Los Kjarkas, en los 80's. Ulises Hermosa sentado al extremo derecho, como debidamente apartado de la chabacana chusma o resto del grupo. En las antípodas del extinto Ulises, su hermano menor, el inefable Elmer luciendo para sus locas groupies, sus negras y largas crines de semental andino.

3. Chico & Roberta, el simpático pibe bailarín y la Lolita carioca que enloqueció al lujurioso mundo con su blanca tanguita, entre muchas otras, al ritmo diabólico de Lambada.

4. "Las babas del Diablo", notable acuarela pintada por el distinguido Marqués de Sade durante su cautiverio. El borroso cuadro se utiliza en Psiquiatría como las manchas de Rorschach. Infalible, dicen los terapeutas, para reconocer a depravados sexuales y sátiros incontenibles. Solo ellos -aseguran los mismos terapeutas-, juran ver invariablemente entre sus informes colores, una maléficamente colorida tanga de Victoria's Secret, una deliciosa, curva y perfilada nalga y dos apetecibles muslos de mujer bajo una ondulante e hipnotizadora pollerita danzando lambada... Cosa de muy imaginativos locos, es evidente.

5. Los Kjarkas, actualmente. Fácilmente se nota a los más viejos y dañinos (por ser autores de los más inefables graznidos) integrantes.  El chico "emo-gay" es Gonzalo Hermosa Junior; el avieso escuincle jura (y por desgracia ya lo demuestra) honrar y seguir los horrendos graznidos de su inspirado padre, Gonzalo Hermosa Sr. ¡Que dios libre nuestras orejas de semejantes castigos!

6. Elmer Hermosa, el "Choling Stone" andino, siendo entrevistado durante alguna de sus miles de giras "despedida". Su larga melena de largas y negras crines ya es cosa del pasado, ahora el inclaudicable Elmer apela a pasear generosamente sus musculosos y lozanos brazos de quinceañero (y a alguno que otro accesorio de teenager chic) para seducir y enloquecer a sus presas. "Trava o mujer, da igual", dice Elmer. Es que de viejo, ya no da para ponerse quisquilloso..

7. Galo Bonifaz, el igualmente célebre y coqueto diputado boliviano, luciendo sus mejores y más refinadas galas de chic metrosexual (léase puto ultra-putísimo) andino. Al igual que Elmer el primoroso Galo bien practica lo que predica: "Viejo es aquel que se siente y se viste como un viejo", dice muy contento y convencido mientras se reacomoda un llamativo chal sobre el hombro.

8. El atléticamente musculoso Elmer Hermosa, junto a unos amigotes durante una de sus tantas opíparas giras en la ya muy (tb por ellos) castigada España. A punto están de morfarse una suculenta paella... De sabroso postre, puede apreciarse a una muy guapa groupie (con delicioso peinadito Avatar) lista y dispuesta para el delicioso azote/acople entre alaridos, graznidos y coplas del inquieto semental cochabambino.

9. Fotografía filtrada del busto vudú de Elmer Hermosa y que él mismo guarda bajo siete llaves. Cuentan los rumores que el mágico busto le fue regalado por una magnífica negra y satisfecha groupie durante una de sus atroces giras en Brasil. "Cuida bien y protege este busto, mi amado potro andino. Porque él es a ti, como un cuadro era a Dorian Gray. Desde hoy, menos viejo encontrarás tu pellejo, más firme te colgará la pija y más viva arderá tu lujuria...", le dijo la infalible maga negra según los truculentos relatos. Desde entonces vive Elmer, extrañamente más lozano cada día y con el pájaro todavía bastante loco.

_____
De CRONICAS DE MR. HYDE, 05/12/2013


La gran tomadura de pelo literaria de Romain Gary


GUILLERMO ALTARES

La única verdad en la vida de Romain Gary es su obra. Y ya es mucho. Este escritor francés de origen ruso (1914-1980) ha logrado no pasar de moda, pese a que el mundo intelectual francés nunca se tomó demasiado en serio a este novelista, diplomático, héroe de la liberación, marido de la actriz Jean Seberg, guionista de Hollywood, director de cine, aventurero y responsable de una de las mayores tomaduras de pelo literarias de la historia. Resulta imposible saber quién fue el verdadero Romain Gary, pero está claro que, casi 40 años después de su muerte, es un autor mucho más leído que la mayoría de sus contemporáneos.

En España saldrá a la venta la semana que viene una nueva edición de su novela Lady L (Galaxia Gutenberg, traducción Gema Moral Bartolomé), mientras que en Francia se estrenó recientemente una película basada en su autobiografía, La promesa del alba, con Charlotte Gainsbourg. Una nueva traducción al inglés del libro que publicó poco antes de suicidarse, Las cometas, le ha convertido en el protagonista de largos artículos en la prensa estadounidense, desde The New York Times hasta The New Yorker. Su aventura vital ha sido el objeto de biografías del profesor de Princeton David Bellos y de la académica francesa Dominique Bona, de recreaciones literarias por parte de Nancy Milford y Laurent Seksik. Esta semana, Perro blanco, una de sus obras más conocidas, se encontraba entre los más vendidos en Amazon Francia.

Pero, sobre todo, su mito se basa en que fue capaz de burlarse de casi todo el establishment literario francés cuando se escondió detrás del seudónimo de Émile Ajar para publicar una serie de novelas de enorme éxito. De hecho, es el único escritor que ha ganado dos veces el premio Goncourt, algo que en teoría está prohibido: con su nombre por Las raíces del cielo, una profética novela ecologista sobre la caza de elefantes, y como Ajar por La vida por delante, la historia de Madame Rosa, una superviviente del Holocausto, que se ocupaba de cuidar a hijos de prostitutas en el barrio popular parisino de Belleville. Este libro, narrado en primera persona por un adolescente árabe llamado Momo en un francés insólito, se convirtió rápidamente en un descomunal éxito literario y su versión cinematográfica, con Simone Signoret, ganó el Oscar al mejor filme de habla no inglesa. Hasta su muerte, no se descubrió el engaño.

“Romain Gary siempre fue un escritor popular en Francia y sus grandes libros siempre han estado disponibles”, explica por correo electrónico su biógrafo David Bellos, traductor, profesor de literatura francesa en Princeton (EEUU) y autor de biografías de Georges Perec y Balzac. El título de su libro resulta toda una declaración de principios: Romain Gary. Una historia inverosímil (A tall story). “Fue un gran narrador y la espectacular creación de su segunda identidad, Émile Ajar, nunca ha dejado de fascinar y entretener. En cambio, pese a que fue un autor muy leído y conocido en los cincuenta y sesenta en EEUU, la revelación del engaño de Ajar tras su suicidio le convirtió en un personaje tóxico para muchas editoriales. Sin embargo, ahora las cosas están cambiando y sus libros están volviendo a traducirse”.

La vida de Gary es una gran novela de aventuras, tan increíble como la que describe en La promesa del alba. Gran parte de lo que cuenta en ese libro no es cierto, aunque sus biógrafos sostienen que sus andanzas reales son igualmente interesantes. Nació como Roman Kacew en una familia judía de Vilna cuando la ciudad formaba parte del Imperio ruso. Tras la I Guerra Mundial, la ciudad pasó a Polonia, donde creció hasta 1928, cuando su madre –francófila convencida— se instaló en Niza con él después de que su padre les abandonase. La obsesión de su madre fue que su hijo triunfase en el país de adopción y murió antes de verlo convertido en un escritor de éxito desde sus primeros libros, en un compañero de la Liberación, miembro de la Legión de Honor, en un héroe de la aviación amigo de Charles de Gaulle y de André Malraux, en un personaje crucial de la vida pública francesa desde los cincuenta hasta su muerte. Fue enterrado con todos los honores de un héroe de la patria.

Los grandes libros de Gary (y Ajar) están disponibles en castellano, en diferentes editoriales, desde La vida ante sí hasta La promesa del alba; Próxima estación, final de trayecto; Europa; El bosque del odio o La angustia del rey Salomón. Profundamente políglota, hablaba ruso, polaco, yidis y escribía en francés y en inglés. De hecho, se traducía a sí mismo entre las dos lenguas. Lady L, que como casi todas sus novelas fue llevada al cine casi inmediatamente, en este caso con Peter Ustinov como director y Sophia Loren y Paul Newman como protagonistas, es una clásica novela de Gary: divertida, con un personaje femenino muy fuerte y libre, que mezcla la historia con la imaginación.

“Tengo la impresión de haber sido vivido por mi vida”, declaró en una entrevista que se publicó póstumamente. “Cuando entraba en contacto de los medios de comunicación, convivía constantemente con un personaje llamado Romain Gary, que no tenía nada que ver conmigo”, agrega. Pese a que Gary sufrió enormes periodos de depresión, era un hombre con mucho sentido del humor, que llenó sus novelas y su vida de risas. En La promesa del alba cuenta que en una época de su infancia se dedicó al malabarismo y que llegó a ser muy bueno, pero nunca fue capaz de mantener en el aire más de seis pelotas a la vez. Utiliza esto como metáfora de la literatura y la creación al señalar que “incluso los más grandes de entre nosotros, como Malraux, siempre se dan cuenta de que la última bola está fuera de su alcance y toda su obra está marcada por esta angustiosa certeza”. Gary, sin embargo, fue capaz de poner en el aire muchas más bolas de las que nunca creyó.

_____
De EL PAÍS, 17/02/2018 

Thursday, March 29, 2018

La más delirante y accidental muerte en la historia del teatro

AITOR ARJOL

Buena parte de nuestros ojos todavía mantienen en su retina aquella ola de protestas estudiantiles en París, que finalmente desencadenaron el mayo del 68, revolución o espíritu que, partiendo de barricadas en las calles parisinas, se extendió como la pólvora por toda Europa. El mayo francés tuvo su continuación en Italia bajo el sobrenombre de «otoño caliente», el cual se extendió hasta finales de 1969, y después continuaría con los «años de plomo» en referencia a los altercados callejeros, enfrentamientos y atentados con bomba que se sucedieron a lo largo de la década de los setenta. El 12 de diciembre de 1969, poco después de las cuatro y media de la tarde, una bomba estalla en el corazón de la Piazza Fontana de Milán, causando 18 muertos y más de 80 heridos. El mortal estruendo también coincide en el curso del mismo día, con la explosión de otros tres artefactos en Roma y en Milán. La tragedia resultante genera una caza de brujas sin precedentes y las sospechas de la policía inmediatamente se inclinan hacia los sectores del anarquismo. El mismo día que entierran a las víctimas, el líder estudiantil Mario Capanna se salva por los pelos del linchamiento ciudadano. En medio del desconcierto y la premura, son detenidos más de 70 militantes de izquierda. Entre ellos figura el bailarín y poeta anarquista Pietro Valpreda, a partir del testimonio de un taxista que afirma a pies juntillas haberlo traído hasta las inmediaciones de la Piazza Fontana, el mismo día del estallido de la bomba. Pietro permanecerá encarcelado durante más de tres años, al hilo de una prisión preventiva plagada de inconsistencias y falsedades, hasta que es exonerado por falta de pruebas de los cargos que se le imputaban. El atentado de la Piazza Fontana se atribuye finalmente a sectores de la extrema derecha, tras un proceso judicial que se extendió por una década, sin mayor desagravio para quien había sido acusado injustamente por la comisión de semejante delito. Otro arrestado no correrá la misma suerte que Valpreda, Giuseppe Pinelli, un humilde trabajador ferroviario que por entonces también simpatizaba con los movimientos anarquistas. Un hombre común y corriente, ni poeta ni bailarín, que también figura como sospechoso, a pesar de su consabido pacifismo y de resultar contrario al uso de la violencia. Durante el curso del interrogatorio en las dependencias policiales de Milán, Giuseppe se lanza de la ventana de un cuarto piso. La policía sostiene que es un suicidio, pero en la opinión pública se forja la terrible sospecha de que las circunstancias de su muerte guardan mayor relación con la tortura y otros oscuros métodos policiales. El supuesto suicidio de Pinelli no pasa desapercibido a los ojos de Dario Fo, el perspicaz dramaturgo italiano y futuro Nobel de Literatura, que por entonces tiene 43 años y ya resulta conocido por el fuerte compromiso social y político de sus obras de teatro. En aquel ‘vuelo’ del anarquista Fo ve «tal vez un delito, un delito de Estado, un asesinato que torpemente se intenta presentar como un suicidio» y utiliza el contexto descrito en párrafos precedentes para construir una de sus obras maestras: Muerte accidental de un anarquista, que es la peor y más delirante muerte que el teatro haya engendrado para menoscabo de muchas actitudes sociales. Muerte accidental de un anarquista se estrena en Milán casi un año después del atentado y a pesar de los intentos de amenazas, censura y reiteradas prohibiciones, llegará a alcanzar más de un millón de espectadores. En el prólogo a la obra, Dario Fo trata de engañar al crédulo lector, advirtiendo que su comedia se refiere a «un hecho que ocurrió realmente en Estados Unidos, en 1921», pues «un anarquista llamado Salsedo, un inmigrante italiano, “cayó” desde una ventana del piso 14 de la comisaría central de Nueva York», descubriéndose después de la investigación «que el anarquista había sido literalmente arrojado por la ventana por los policías que lo interrogaban». Además, afirma que se ha tomado la libertad de «recurrir a uno de esos trucos que se suelen emplear en el teatro: hemos trasladado la historia a nuestros días, y (…) ambientado, no ya en Nueva York, sino en una ciudad italiana cualquiera… por ejemplo, Milán». Desde ahí, la mesa está servida en los tres breves actos de la obra. Un personaje a medio camino entre loco e histriónico irrumpe en un despacho de la ‘jefatura central de policía’ y mediante la adopción de múltiples personalidades va desgranando las verdades escondidas detrás de la muerte accidental del anarquista. ¿Y por qué se trata de la peor obra teatral que muchos hayan podido leer o ver en el escenario? Pues por resultar moralmente incómoda, ser directa hasta la saciedad y recurrir a la locura «para expresar verdades que de otra manera no podrían decirse». Tanto, que aún se sigue poniendo en escena. (I)

_____
Esta nota ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/carton-piedra/1/la-mas-delirante-y-accidental-muerte-en-la-historia-del-teatro
Si va a hacer uso de la misma, por favor, cite nuestra fuente y coloque un enlace hacia la nota original. 
www.eltelegrafo.com.ec

Imagen: Foto: Kyle Cassidy / Curio Theatre

Tuesday, March 27, 2018

Masterclass para viajar por el mundo del submundo


ROBERTO NAVIA GABRIEL

Fue en el corazón de Barcelona, en la prestigiosa Universidad Ramón Llull, en esa sala cálida con docentes y estudiantes que estuvieron atentos a la Masterclass sobre periodismo de investigación y a los grandes reportajes que me han llevado a los escenarios más calientes de la realidad. 

Aquí también estuvo sentado Gay Talese, me cuenta Jaume Risquete, el brillante docente que me hizo sentir en casa, mientras navegábamos en esta pasión desbordante de contarles mil y una historias. Gay Talese –pienso- el veterano escritor y periodista que escribe sin prisa para inmortalizar a los obreros que construyen el mundo y que no son invitados a las ceremonias de inauguración de sus obras monumentales. Talese los entrevista, convive con ellos para resucitarlos, para sacarlos del mundo de los olvidados. Jaume Risquete sabe de la importancia del periodismo de investigación, por eso me ha invitado para dar esta clase magistral y me acompaña con varios libros de autores que han entrado a territorios hostiles y de peligro, y cuando habla también contagia la fuerza motora de esta pasión. 

“No hay mejor forma de hacer periodismo que haciendo periodismo de investigación”, le digo de entrada al auditorio que ha acudido para escuchar cómo se cuecen las crónicas que le han dado sentido a mi mundo durante los últimos diez años. Para entonces, las historias brotan y vuelan por toda la sala y se arma una fiesta de las palabras: Un periodista ambicioso debe escapar de las redacciones porque desde ahí no se ve lo que pasa en el horizonte… Lo que mueve el mundo de un redactor es la curiosidad, salir en busca de testimonios, de documentos, ejecutar el gran viaje, sabiendo que el reportaje tiene que poner su foco en los que abusan del poder y sobretodo en sus víctimas… Después, sentarse a escribir no solo para informar, sino, para que el lector se meta en la historia porque, como decía Truman Capote, el periodismo y la literatura son dos brazos del mismo río.

Para los estudiantes de Periodismo que ya habían estudiado tres de mis reportajes de investigación en las clases monumentales que dicta Jaume Risquete, llegaba el plato fuerte de la Masterclass: meternos en los misteriosos territorios de Tribus de la inquisición, en Los colmillos de la mafia y en Esclavos made in Bolivia, mundos oscuros donde moran los fantasmas de los linchamientos de vecinos contra vecinos, de traficantes que están matando al gran felino de América y de personas sometidas en talleres clandestinos de costuras de Argentina y Brasil. ¿Cómo se hicieron estos trabajos?, ¿cuáles fueron las técnicas que se utilizaron y los riesgos que se padecieron? Y  toda esa montaña de información que sostiene debajo del mar la punta del iceberg que corona las largas faenas de investigación.  

La universidad debe su nombre al sabio medieval Ramon Llull, (Palma de Mallorca en 1235 - 1315), el primero en no utilizar el latín sino su lengua vernácula, el catalán, para escribir parte de su obra filosófica.

La fama de Ramón Llull traspasa fronteras. Desde Bolivia, José Ros, catalán boliviano y reconocido docente universitario, sabe que en lo que se refiere al catalán, Llull fue el primero en utilizarlo para fines filosóficos, lo cual contribuyó a dotarlo de una prosa culta y especializada. 

Aquí hay mucho por contar y por escuchar, por conocer, por compartir, por recordar. Las últimas palabras son para rememorar un viejo mensaje del gran reportero del siglo XX, del polaco Ryszard Kapuscinski, que con voz experimentada dijo: “Si le teme a las balas, a las víboras, a la fiebre, a las espinas, a las enfermedades venéreas o a las letrinas, entonces usted jamás será un periodista de investigación”.

_____
De EL DEBER, 26/03/2018 

Imagen: Afiche del documental TRIBUS DE LA INQUISICIÓN, de Roberto Navia Gabriel, dirigido por Mabel Lozano, España, 2016

Antonio Ligabue o la pintura como un rugido


BIANCA BATTILOCCHI

En mi fiebre cerebral o mi locura, no sé cómo llamarlo, mis pensamientos han navegado muchos mares. (Vincent Van Gogh)

¿Habéis oído hablar alguna vez del rugido de Toni? ¿De un extravagante personaje que vagaba por los campos a lo largo del Po? ¿Del vagabundo que hacía trueque con sus primeros cuadros por un plato de sopa y después se convirtió en un artista reconocido?

No, no es un cuento, sino la increíble historia de Antonio Ligabue (1899-1965), pintor y escultor entre las décadas de los 20 y los 60 del siglo XX, nacido en Zúrig, hijo de una emigrante friulana pero pronto expulsado de Suiza y llevado a Italia. Y es aquí, en los campos lombardos, donde prosigue su interminable peregrinación de una familia de adopción a otra, escuelas para chicos difíciles e instituciones psiquiátricas. Aquí trabaja como bracero – solo hizo hasta 3º de primaria- y trata de mantenerse siempre al límite de la supervivencia. Y es en este refugio de ermitaño en el que Ligabue, hombrecillo solitario y asilvestrado, comienza a distinguirse por la habilidad para el dibujo y el amor a los animales, sujeto preferido de su arte.

Trazando con carbón dibujos sobre los muros, pintando carteles y telones de fondo para circos ecuestres, Toni, así lo llamaban, empieza a dedicarse con verdadera pasión a la pintura. Aunque ninguna escuela le dio formación, su excelente intuición y su continua búsqueda formal dan vida enseguida a obras de gran dignidad y, sobretodo, de fuerte personalidad. Pero sus primeras creaciones pictóricas, que se ve obligado a ceder para poder comer o para ganarse un lecho donde pasar la noche, no son consideradas más que el producto de un marginado de mente enferma. Algunos de sus cuadros se encontrarán de hecho abandonados en los desvanes y en los gallineros de Basa.


Sin embargo, la fortuna se puso de su parte. Un día hacia finales de los años 20, encuentra a un conocido escultor y pintor italiano, Marino Renato Mazzacurati, que descubre sus dotes, lo instruye en el uso de la pintura al óleo y lo introduce en el mundo artístico. Es un verdadero giro para el destino de Antonio Ligabue que  gracias a ello, desde 1932, puede  vivir por fin con el fruto de su propio arte y consagrarse plenamente a la pintura. Partiendo de un imaginario interior, que provenía de los cómics, del cine y también de los cuadros de fonda, añade a su arte emotividad, imaginación e invención.

Vayamos ahora al rugido. Viviendo siempre al margen de la sociedad y comparándose más con los animales que con los hombres, Ligabue elige a los primeros como principales protagonistas de sus pinturas y de sus esculturas. De la representación de la humilde realidad que lo rodea -hecha de animales domésticos, casas coloniales, campesinos trabajando- evoluciona después a la representación de animales exóticos y feroces; junto al jabalí, a la zorra, inmortalizados como depredadores, encontramos tigres y leones que rugen y atrapan con sus garras a las presas. El artista con un estilo lleno de color, de violencia cromática muy similar al expresionismo, crea así fantásticos bestiarios.

El rugido del animal, en concreto, estará a menudo presente en sus obras y esto puede interpretarse como un largo grito que se repite de lienzo en lienzo denunciando la aspereza del mundo. Junto a esto podemos encontrar también un segundo rugido o el propio alarido del autor en sus innumerables autorretratos. Su casi obsesiva predilección por la representación de estas bestias y su propia imagen, como delante de un espejo, son índice de una alucinada pero realista ansia de comunicar: una urgencia de transmitir lo que evidentemente no le era posible de otro modo. Se trata de una desesperada búsqueda de identidad, quizá un deseo de salir de la marginación. Así este pequeño hombre solitario, nacido en unas condiciones difíciles, expresa su tormento existencial. No es comprendido por la sociedad agrícola y provinciana padana que incluso lo rechaza ferozmente, y no acepta sus histriónicas expresiones artísticas.

Un universo simbólico y de cuento el de Ligabue, desgraciadamente hoy encasillado como arte naif,en el cuál, solo parte de su obra se puede englobar. Ligabue no tiene formación profesional ni sigue dictámenes técnicos o filosóficos de las expresiones artísticas del momento. La suya es una pintura espontánea vista muy a menudo como producto de una mente cercana a la locura, menospreciada. Se puede en cambio afirmar que Ligabue poseía una “razón para el arte”. Logra, de hecho, encontrar en la creación artística una pausa de paz a la irrefrenable fuerza de los impulsos interiores, un diálogo positivo entre naturaleza y sociedad. Esta lógica es evidente además en su continuo y autónomo aprendizaje empírico, quizá no culto, pero cuyos frutos son dignos de ser comparados con alguno de los maestros del arte. A Van Gogh por ejemplo le une la violencia cromática y una cierta estilización de los sujetos. La elección existencial de Antonio Ligabue de dedicarse a la pintura, se puede encontrar bien expresada en esta afirmación de su colega flamenco:


“Si llego a valer algo más adelante, lo valgo también ahora porque el trigo es trigo aunque los ciudadanos al principio lo confundan con hierba”.

Traducción de Maria Luisa Garcia-Motos, profesora de italiano de la escuela de idiomas de Ciudad Real.

_____
De HYPÉRBOLE, 2012

Monday, March 26, 2018

Operando la relojería final

JORGE MUZAM

Soy un escritor esencialmente político. Una Corea del Norte armada hasta los dientes de posibilidades narrativas. Aborrezco la derecha y me burlo de la ineptitud de las izquierdas, de casi todas, porque son miles, tal como derecha hay una sola, soez, irracional y feroz. Así es difícil tener compañía, una legión que combata desde una posición parecida, porque no respondo a ningún mando, a ninguna parcialidad, solo apoyo eventualmente, presto mi artillería a una causa justa, y me repliego cuando el enemigo a vencer se ha hecho humo. Estar fuera de control es un valor agregado de mi pluma. Al menos así me gusta verme, antes que el vino me entristezca la mirada, o me la aclare, y me exponga una condición humana turbulenta y maldita, donde en lugar de sangre circula mala leche.

Busco los libros de Israel Yehoshua Singer y alguna novedad de su hermano Isaac Bashevis Singer, pero me encuentro con abundantes manuales de costura. De su hermana Hinde Esther Singer, prodigiosa novelista, queda muy poco. Ni siquiera el apellido. Desde hace una década dialogo con la mente de Isaac. De Israel solo conozco Los hermanos Ashkenazi. Y es por eso que llegué a los manuales de costura. Buscando La familia Karnowsky. La operación tiene un resultado inesperado, accidental, pues llego a La rebelión de Joseph Roth, libro hasta hace poco inencontrable. Las ácidas reflexiones de Andreas Pum, ex combatiente a quien el gobierno ha otorgado una condecoración y una licencia para tocar el organillo.

El cóctel de mi mente suele ser explosivo. Un parque de diversiones hecho de despojos, de héroes caídos en desgracia, de payasos de circo pobre apretando sus largas suelas con neoprén, de comienzos y finales amarillentados por el sol de marzo. Me siento bien entre los personajes de Joseph Roth, los atardeceres de Steinbeck, los colores de Nabokov. Y ante muy pocas personas de mi entorno. Algunos viejos campesinos me estiman y me confían la dirección de sus camionetas, me piden consejo para orientar sus proyectos productivos, me hacen narrarles lo que es una universidad por dentro, y a cambio me convidan una copa de vino de montaña, una chupilca en jarro de porcelana, un durazno de abril. El funcionariado me mira de lejos con adusta sospecha, como potencial amenaza, tal como la ralea pobre de extrema derecha que ya se dispone a fascistear las calles con su abanderado Piñera.

 Avanzan las horas de un sábado infecundo. Las letras boxean con el espejo sin dejar tiempo para maquillar personajes secundarios. Mi ternura sonambular añora abrazos filiales, épocas ruidosas de biberones y espantacucos.  La mitad de mi rostro se asoma desde una cortina púrpura. Ha florecido el cedrón. Mi mano derecha, rugosa y fría, palpa lo que la mirada apenas distingue, una sombra, una ilusión, un recuerdo, mientras la izquierda roza mi barbilla barbuda como interpretando a un dios filósofo aterido de incertidumbre.

Así están las cosas esta fresca tarde de marzo. Las nubes se estacionaron a baja altura. Corre un viento mentiroso de lluvia. Caen membrillos pasmados sobre el poleo reseco. Sé que lo único que tengo de mi lado es mi arbitrariedad para contar las cosas de una manera distinta. Para emboscar por sorpresa como un Pierrot con resorte. Mis neuronas psicodélicas hacen un producto por defecto, como un Chauncey Gardiner operando la relojería final.

_____
De CUADERNOS DE LA IRA (BLOG DEL AUTOR)

Una antología injusta


FREDDY ZÁRATE

Lo injusto no cuenta solamente para aquellos que reciben menos de lo que merecen, sino también para aquellos a quienes se les atribuye más de lo debido. Esta arbitrariedad de la (in)justicia en el campo de las letras, puede ser advertida en la Antología del cuento boliviano (Biblioteca del Bicentenario de Bolivia, La Paz, 2016), compilada por don Manuel Vargas Severiche. En esta publicitada antología abunda una selección de pésimos relatos en donde se olvidaron –premeditadamente o por desconocimiento– cuentos y cuentistas importantes. Entre los autores ninguneados por el antologador están algunos que sólo escribieron y publicaron libros de cuentos de gran valía que no figuran en esta compilación; como los cuentistas Gastón Suárez, Alberto Portugal, Alfredo Medrano, entre otros. Y no sé qué pito toca en esta antología el pintor Juan Conitzer Bedregal, con un pésimo amago de cuento llamado Venus.

Entre los antologados, seguramente muchos muertos se revuelcan en sus tumbas por el cuento escogido, como por ejemplo: El ponguito de Curawara de Néstor Taboada Terán o La Chingola de René Bascopé Aspiazu. En muchos casos, el cuento seleccionado no es de los mejores que el autor haya publicado. Otros autores deben estar más que felices porque eligieron lo mejor que han podido producir en este género literario: Crónica secreta de la guerra del Pacífico de Germán Araúz o Dochera de Edmundo Paz Soldán. Por otro lado, puede que los editores hayan exigido que la antología fuera políticamente correcta, es decir, sin groserías ni confrontaciones eróticas, la cual hace que se pierda valiosos cuentos del copioso acervo literario llegando a disipar el objetivo inmediato y fundamental de dicha compilación que no deja hablar lo más larga y sinceramente posible a los autores excluidos o censurados.

Otro aspecto llamativo de esta antología es la conformidad de los miembros del Comité Asesor, que al inicio se mostraron neutrales, cuya “labor fue la culminación de un largo trabajo de intercambio de información y puntos de vista (…) en los que se sugirieron criterios de inclusión y exclusión de autores y textos a partir de una propuesta inicial del antologador”, indica el acta de selección de textos de la antología. Pero este profesionalismo se diluyó cuando el Comité Asesor sugirió su propio cuento, y por supuesto, el relato presentado fue aprobado para su publicación. Pasando por alto esta pequeña salvedad ética, el proyecto de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia se publicitó con mucha pomposidad, pero en los hechos esta Antología del cuento boliviano demuestra un trabajo poco cuidadoso al encontrarse terribles y claros errores de datos relativos a los autores y libros citados por el antologista.

Esto se puede advertir al inicio del libro, uno puede percatarse de los primeros traspiés de esta selección de relatos. En el índice se repite pesadamente la palabra “por…”, “por…”, “por…”, después de mencionar cada uno de los cuentos y posteriormente al cuentista. Cabe preguntar a los señores que figuran bajo el cargo de “cuidado de edición” y “gestión editorial”: ¿Cuál es la necesidad imperiosa de repetir tanto esta palabra? Esto sólo provoca un mal gusto para el lector.

Con estos detalles señalados, este libro tiene un gran mérito; nos enseña a no confiar en las antologías, aunque estas tengan una lujosa presentación (tapa dura y blanda) e ilustraciones inmejorables de Alejandro Salazar (Al-Azar). Este hecho puede ser dilucidado en la solapa del libro en donde está la fotografía del compilador sonriendo ampliamente, es como si estuviera satisfecho de su voluminosa avería.

Freddy Zárate en breve
Es licenciado en Derecho por la Universidad Mayor de San Andrés. Colaborador de los periódicos: Los Tiempos de Cochabamba, El Día de Santa Cruz, Correo del Sur de Sucre, Página Siete de La Paz.

Tiene publicado varios artículos relacionados con la historia de las ideas en Bolivia. Entre ellos se puede mencionar La gloria efímera del escritor Daniel Pérez Velasco; El ocaso del viejo soldado (Tristán Marof); Las representaciones mitológicas del Diablo; Alcoholatum... y otros escritos marginales: ¿amarillismo turístico? (crítica a la obra de Víctor Hugo Viscarra); La vertiente literaria marginal a través de Claudio Cortez; La visión chueca sobre Alcides Arguedas: De intelectual respetado a enemigo de la patria, entre otros.

_____
De PUÑO Y LETRA (Correo del Sur/Sucre), 26/03/2018


Sunday, March 25, 2018

Libros destruidos, invisibles…

MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ 

Libros destruidos, invisibles... en busca de editor alguno de ellos, como esa biografía de Baroja, publicada en 2006, por la editorial Espasa y hoy destruida; y todavía en busca de lectores ese ensayo sobre Pío Baroja y los años de la Guerra Civil y su exilio entre forzoso y voluntario en Francia.

No es ese el primero de mis libros que es destruido y que ni siquiera conoce esa segunda vida de las ferias del libro de viejo. La mayoría de los autores conocemos esta situación, son reglas del mercado: lo que no se llega a vender en un par de temporadas, se destruye. La marea incesante de novedades manda.

Lo de los libros en busca de lector es diferente porque su suerte depende mucho de los periodistas culturales, los redactores de los suplementos literarios con sus filias y sus fobias, y los bonzos académicos que, sobre según qué asuntos, dan o no, su beneplácito, y el de Baroja, hecho trinchera banderiza, es uno de ellos.

Así las cosas, no es difícil pensar que trabajas para poca cosa, por amor al arte, por prurito grafómano, por figurar en el pueblón en el que vivas o en el barrio por el que te muevas con tu tribu. Sobreponerse a esa sensación de inutilidad es un requisito indispensable para seguir dándole a la péñola y alimentando de paso una voraz industria editorial que, con lectores o sin ellos, se mueve entre la apisonadora de gran tonelaje y la modestia del carrito de los helados. 

_____
De VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 20/03/2018