GRETA ARÓSTEGUI
En realidad me gustaría escribir mucho más sobre esta pequeña obra maestra,
pero ya me acostumbré demasiado al formato del párrafo solitario, así que,
vayamos al punto. Witold Gombrowicz fue un escritor que pasó gran parte de su
carrera en un exilio azaroso en Argentina, mientras su país (Polonia, cuándo
no) se derrumbaba por el peso histórico de la segunda guerra mundial. En el
país gaucho se dedicó a escribir un tormentoso diario, a escribir algunas
novelas y mucha crítica, contra la poesía formal y contra Borges. Pero Cosmos
no forma parte de este cruento ciclo, y de hecho cualquiera pensaría que la
construcción tan tardía de esta novela (la escribió al final de su carrera)
restaría poder a su prosa, y… no, no, para nada. Nunca leí trances paranoicos
tan convincentes ni personajes tan capaces de demostrar con diálogo y puesta en
escena lo enraizada que está la demencia en el vivir común y corriente, cómo
alguien puede pasar un día desconfiando de un compañero de estudios y al
siguiente matando y colgando a un gato, todo para eventualmente construir una
cadena de mentiras que se convierten en una realidad subjetiva. Por ahí lo
comentan como si de una comedia se tratase. A mí me pareció
lúgubre.
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